Redacción – ”¡No juega Messi!”. Fue la frase más repetida en el Camp Nou desde las ocho de la tarde, cuando se conoció la alineación. La segunda fue una pregunta: “¿Y juega Malcom?”. La suplencia del crack supuso un jarro de agua fría para muchos seguidores. Un mal presagio, pese a que en octubre el Barça ya habìa goleado al Madrid sin el crack.

Superado el trauma de no contar con Messi en el once, la grada recibió al equipo cantando el himno ‘a capela’, ondeando 80.000 banderas y realizando una espectacular coreografía. Eran 92.008 espectadores, la segunda mejor entrada del curso, sólo por detrás del Clásico de Liga. Hubo pancartas para reivindicar la libertad de Sandro Rosell y también la de los presos políticos.

Después de muchos años de Clásicos liderados por Messi y Cristiano Ronaldo, ayer durante los primeros 45 minutos los protagonistas del Barça-Madrid fueron Malcom y Vinicius. Del blanco se esperaba que pudiera tener una participación destacada, mientras que el segundo fue la gran sorpresa en el once de Valverde. Ambos fueron los más destacados de la primera mitad, pero no estuvieron acertados en la definición. La grada celebró la electricidad de Malcom, pero se desesperó cuando falló un mano a mano ante Keylor Navas.

También desesperó a la afición un Coutinho que volvió a tener una gris actuación y en cambio se ovacionó a Semedo. Mientras el partido se desarrollaba y el Madrid mandaba en el marcador, el público iba mirando de reojo hacia al banquillo, para ver si Messi salía a calentar.

Mientras esperaban a Messi, Keylor Navas y Mateu Lahoz agitaron al público azulgrana. El portero perdía tiempo de forma descarada en cada saque de puerta, gracias a la permisividad arbitral. El criterio del colegiado acabó, un día más, con la paciencia del público.

“¿Sale Messi?”. El argentino era de nuevo la principal preocupación de los aficionados en el descanso. Pero empezó la segunda parte y Messi seguía sentado en el banquillo. Se le vio dialogar con el doctor Ricard Pruna y la grada coreó su nombre para reclamar que saltara a calentar. Pero el primero que salió del banquillo fue Arturo Vidal.

Hasta que en el minuto ocho de la segunda parte, Leo Messi se levantó y salió a calentar. El público lo celebró como si fuera un gol. Todas las miradas puestas en la banda y miles de flashes apuntando al mejor jugador del mundo. En el minuto 18, Valverde concedió el deseo que habían pedido los 92.000 espectadores y Messi sustituyó a Coutinho. Busquets le cedió el brazalete y Malcom la posición. Explosión de júbilo y esperanza en el Camp Nou.

La salida del argentino fue eléctrica. Revolucionó al equipo y de repente a los azulgrana les salía todo. Pero el Barça no supo aprovechar el efecto Messi y cuando pasó la efervescencia inicial el juego se calmó de nuevo. Incluso dio la sensación de que el Barça, en los minutos finales, firmaba el empate.. Al final, empate a uno que pareció contentar a todos y última bronca para Mateu, incluso con pañuelos blancos.