Redacción – Fue como el paso de uno de esos tornados del medio oeste americano que vemos en las noticias cada primavera. Es la forma más gráfica que hemos encontrado para describir qué sucedió en las filas de Ducati en el pasado fin de semana desde el momento en el que el GP de Austria echó a andar. Los que estáis leyendo esto a buen seguro que habréis leído u oído decenas de historias de lo que pasó en Red Bull Ring, pero para entenderlo del todo había que estar aquí.

Siguiendo con el símil del tornado, hubo un momento en el que parecía que todo lo que tenía que ver en el paddock con Ducati saldría volando por los aires. Pero de repente el domingo, como sucede tras el paso del huracán, todo volvió a la normalidad, a como no debía de haber dejado nunca de ser o estar. Eso sí, una normalidad aparente, porque es imposible que lo que pasó en Austria durante esas 72 horas de histeria no hayan dejando efectos secundarios o colaterales.

Los tornados se forman cuando dos masas de aire de diferentes temperaturas chocan entre si, que fue exactamente lo que sucedió en las filas de Ducati. Y en este caso, estas masas tenían nombre y apellidos: Andrea Dovizioso y Gigi Dall’Igna. Y el choque entre ambos que generó todo lo que vino después fueron las declaraciones post carrera de Dovizioso en Sachsenring. Allí, Dovi abrió la caja de los truenos criticando explícita y duramente la forma de trabajar en el Reparto Corse capitaneado por Dall’Igna. Aquellos polvos trajeron esos lodos.

El periodo vacacional que siguió al GP de Alemania no ayudó a que la tensión se relajara, todo lo contrario. La alimentó como siempre se retroalimenta una crisis cuando en vez de afrontarla rápidamente se deja correr en el tiempo. El reencuentro entre las dos partes después de ese periodo acabó como cuando se encuentran dos fallas tectónicas. Y a partir de ahí casa Ducati entró en fase de ebullición.

La falta de empatía entre el piloto referencia de Ducati y el director de su departamento de carreras nunca ha sido un gran secreto. Una situación extraña, sorprendente, pero que siendo así había llevado a las motos de Bolonia a protagonizar en 2017 y 2018 sus dos mejores temporadas desde el lejano título conquistado por Casey Stoner 2007. Pero el exabrupto de Dovizioso socavó esas relaciones aún más y fue entendido en el top management de Ducati como un desafío a los gestores de la compañía… Y ahí se formó la madre de todos los tornados.

En las 72 horas previas a la carrera de Red Bull Ring cualquiera de las opciones estuvieron sobre la mesa. Los contratos se revisaron clausula por clausula en busca de un punto o una coma que permitiese poner en la picota la continuidad de Dovizioso, a quien se le dieron instrucciones severísimas de cara a sus comparecencias públicas. Al mismo tiempo, se comenzó a negociar un posible retorno ni más ni menos que de Jorge Lorenzo.

Con tres de las cuatro opciones en Ducati cerradas –Dovizioso, Petrucci y Bagnaia-, un hipotético retorno del piloto español podría darse solamente pasando por las filas del Team Pramac, donde Jack Miller pasaría a ser el sacrificado. Suena a ciencia ficción, pero durante un par de días las negociaciones fueron una loca realidad. Lorenzo fue en esos días del piloto que más se habló en Red Bull Ring, ¡sin estar en el circuito! Rossi, Márquez, Crutchlow, todos acabaron opinando de lo que parecía un delirio.

Y mientras todo esto sucedía, Miller estaba siguiendo estupefacto toda esta ‘comedia’ y no entendiendo por qué se había convertido en el sacrificado de una ‘locura’ nacida de una guerra que a él le era completamente ajena. Y si el guión de estás ’72 Horas de histeria’ no estaba siendo suficientemente surrealista, surgió un nuevo episodio que generó otra situación que podría haber abierto otro cráter en Ducati. Y es que KTM aprovechó esta tremenda confusión en las filas de Borgo Panigale para ¡hacerle una oferta al despechado Miller! En Pramac lógicamente pusieron el grito en el cielo; otro incendio comenzó en las filas de Ducati.

Y mientras tanto, todo el paddock hablaba de lo de la vuelta de Lorenzo, una opción que durante muchas horas fue una posibilidad muy real. Y no olvidemos que todo esto estaba pasando en tiempo real al mismo tiempo que en el garaje Dovizioso y el equipo preparaba un GP que se afrontaba con una inmensa presión y que tenía connotaciones de ‘última oportunidad’. No ganar en Red Bull Ring significaba el adiós definitivo a las pocas opciones al campeonato, pero sobre todo la caída de un bastión Ducati inexpugnable hasta la fecha.

Afortunadamente el sentido común acabó imponiéndose. No sé si de repente alguien entendió la importancia de lo que estaba en juego el domingo o si la vigila de la carrera acabó dejando a un lado el absurdo, pero el hecho es que el domingo por la tarde en Austria las aguas habían vuelto a su cauce. La ‘Operación Lorenzo’ se desinfló con la misma rapidez con que llegó; la fantástica victoria de Dovi neutralizó el tornado, disparó las esperanzas y la motivación del equipo. Y unos minutos más tarde, Miller rechazó la oferta de KTM quedarse en Ducati. Por cierto, el australiano dijo no a una oferta económica que triplicaba el de su renovación.

El domingo, a las seis de la tarde parecía, pareció que allí no había pasado nada de especial en las 72 horas previas. Como nos dijo alguien de Ducati con ironía…”Algunas veces tenemos una manera muy complicada de hacer las cosas”.

Resumiendo, la alineación de Ducati para 2020 se mantiene como estaba previsto, es lo lógico. Jorge Lorenzo se quedará en Honda, donde, por cierto, no sé cómo habrán digerido eso que su piloto, ausente por lesión, haya negociado explícitamente dejar el equipo. Y no creo que Jorge sea tan poco inteligente de negarlo, porque de hacerlo saldrá revolcado seguro.

Pero lo sucedido en Red Bull Ring el pasado fin de semana fue tan intenso, tan descarnado incluso, que nos atrevemos a decir que ya nada volverá a ser como antes. La relación Dall’Igna/Dovizioso… El gran triunfo de Dovizioso en Austria, me atrevería decir que el visceral triunfo de Andrea, tenía adherido un mensaje: ‘¿Y ahora qué, soy un ganador o no lo soy?’ o bien ‘¿No decías que con nuestra moto no se podía ganar?’. Exactamente las mismas posturas que llevaron a formar el tornado de Red Bull Ring.

Gigi Dall’Igna y Andrea Dovizioso son personas adultas, los dos son inteligentes y ambos están persiguiendo el mismo objetivo, y como tales sabrán trabajar juntos en el año y medio que por lo menos les queda por delante. En esta guerra, ambas partes tiene parte de razón, lo que lleva a que esa misma razón les falte en la otra mitad de los planteamientos que les lleva a chocar entre ellos. ¿Sabrán centrarse en lo que les une?.