Redacción – El Atlético de Madrid debía vencer en Anoeta a la Real Sociedad para que siguiese hubiendo Liga, después de la victoria del líder en el clásico. A 10 puntos comenzó su encuentro el cuadro rojiblanco (a 12 estaba el Madrid). Y no iba a ser sencillo. Por el escenario, en el que habían caído en tres de sus últimas cuatro visitas. Y por el rival, que es el único del campeonato que no conocía la derrota en 2019.

Pero lo hizo. Con un gran Morata, que marcó dos goles en la primera mitad. Ambos de cabeza, a balón parado. Y con la habitual capacidad de sufrimiento cuando, a la hora de juego, Koke, que estaba brillando, fue expulsado al ver la segunda amarilla en una acción que debió evitar.

Salió mejor la Real, más intensa, teniendo el balón, pero sin generar peligro. El Atlético cometía pérdidas en el centro que imposibilitaban que saliera con peligro. Y los locales fueron los primeros que avisaron, con un disparo raso de Oyarzábal que Oblak detuvo en dos tiempos. Era el minuto 14, y a partir de ahí, el guión del choque iba a cambiar.

Porque el Atlético, con un gran Koke, comenzó a dar más de dos pases seguidos y la Real comenzó a descomponerse. Morata tuvo dos en un minuto. La primera la falló y en la segunda se lució Rulli. Primero se le quedó un balón franco para empujar tras un error de Llorente y el portero argentino, pero no se lo esperaba y no conectó bien con el esférico con todo a favor. Después, el ‘22’ se tiró para rematar un gran servicio de Koke, pero intervino Rulli para dejar las cosas como estaban.

Ya había avisado el Atlético. Y Morata. A la siguiente no falló el madrileño. Córner botado por Koke y peinado por Godín para que el delantero, en plancha, cabecease a la red. Theo se durmió en el marcaje después de que ambos compartieran confidencias y risas antes de que se lanzase el saque de esquina. Y tres minutos después, el segundo. También Morata. También de cabeza, picando el balón tras una falta lateral lanzada por Koke. Volvió a rematar solo. Muy blandos los donostiarras en la defensa de esas acciones.

Justo antes, Imanol había tenido que hacer el primer cambio. Willian José se marchó lesionado y Bautista entró en su lugar. Nada cambió en la Real, impotente ante un Atlético superior que, para entonces, ya manejaba el encuentro a sus anchas. Lemar lo intentó desde lejos. Se le fue arriba. Mejor versión del francés que en citas anteriores. Descanso, con cuatro oportunidades para los madrileños (las cuatro de Morata) y solo una, y ‘light’, para los vascos.

El segundo tiempo comenzó con variación en el Atlético. Filipe Luis dejó su sitio a Arias, y Juanfran pasó al lateral izquierdo. Había dado un paso adelante la Real. Al menos en lo que a las intenciones se refiere. Tampoco le quedaba otra. Sandro y Oyarzábal eran los únicos que amenazaban algo a los colchoneros. Pidió un penalti el canario en una acción con Arias, pero el colombiano le ganó la partida limpiamente. Los de Simeone aguardaban a que pasase ese ímpetu para tratar de dar la puntilla.

Era otra Real. De eso no había duda. Y el Cholo se percató de ello. Por eso reclamó la presencia de Thomas para que entrase al campo. Había que ganar de nuevo el medio para no sufrir. Lemar fue el sacrificado. Cuatrivote de manual, con Saúl desplazado a la derecha y Koke a la izquierda. Fue el vallecano el que se equivocó por primera vez en la tarde, trabando a Zaldua cuando ya tenía una amarilla. No dudó lo más mínimo González González. El Atlético se quedaba con uno menos con media hora por delante. Modo sufrimiento activado.

Movió la última ficha Simeone metiendo a Correa en lugar de Morata. Griezmann quedó como referencia ofensiva en un 4-4-1 para acabar. Apretaba la Real, que pudo recortar distancias con un cabezazo de Mikel Merino que olía a gol. Pero enfrente estaba Oblak, que hizo la de cada día para dejar las cosas como estaban. Providencial para un Atlético que apenas pasaba del centro del campo.Zaldua y Theo entrando mucho por banda. Griezman, a diferencia de Morata, no ganaba una por arriba. Y así era imposible salir.

Lo bueno para los madrileños es que pasaban los minutos, y la ventaja seguía siendo de dos goles. La Real quería, pero no podía ante un equipo que si tiene que defender y sufrir, lo hace encantado. Y además, casi siempre le sale bien. Los colchoneros eran un muro que los donostiarras no eran capaz de derribar. Por más golpes que daban, no caía una sola piedra. Resistió el Atlético, que volvió a situarse a siete puntos del Barça. Y cayó la Real por primera vez en 2019. Sigue habiendo Liga.