Redacción – Rafa Nadal, 33 años desde el lunes y nº 2 mundial, sigue triturando rivales en Roland Garros. Quiere mantener intactas las buenas sensaciones y conservar el máximo de fuerzas posibles para el día que deba exprimirse si el rival así lo exige. Con la consigna de hacer bien y rápido su trabajo, arrolló al japonés Kei Nishikori, 29 años y nº 7, por 6-1, 6-1 y 6-3 en 1h.51’.

Nadal controló cada detalle, no un factor externo como la lluvia, que retrasó la sentencia. A las cinco y media de la tarde, con aviso de tormenta inmediata, la organización detuvo el tenis, con 4-2 en la tercera manga del español , que quería intentar acabar. No fue así, llegó la lluvia y los tenistas permanecieron más de una hora en los vestuarios.

Una anécdota. El once veces campeón disputará su duodécima semifinal en Roland Garos, la 31ª de Grand Slam (está detrás de Federer y Djokovic pero adelanta a Connors).

Nadal no tendrá competición ni miércoles ni jueves, tendrá tiempo suficiente para ensayar y ultimar su semifinal frente a Roger Federer, que ha vuelto a lo grande a Roland Garros, firmando un clásico con el español al vencer el derbi suizo con Stan Wawrinka 7-6 (4), 4-6, 7-6 (5) y 6-4 en 3h.35’.

La Federación Francesa de Tenis (FFT) ha remozado la grada de la central Philippe-Chatrier, pero no ha modificado un solo detalle de las condiciones de juego, y Nadal se siente como en casa, o incluso mejor porque no hay cancha más exitosa en su prolongada y prolífica carrera.

Nadal, diez partidos seguidos ganados encadenando la corona de Roma y este triunfo en cuartos, sabía que había amenaza de lluvia durante su duelo. Un motivo más para no dejar de apretar el acelerador si controlaba a placer al adversario, como así sucedió.

Nishikori venía muy tocado físicamente, acumulando 13 horas en cancha, cuatro más que Nadal. Se había entregado a fondo contra el francés Benoit Paire, en un choque que empezó el domingo y concluyó el lunes.

El codo derecho del asiático se resentía (precisó tratamiento en la tercera manga) y las piernas pesaban, y Nadal les metió más plomo dirigiendo la bola a uno y otro lado de la pista, martirizando además con los cambios en las velocidades y alturas de las pelotas.

Sólo un despiste del rey de la tierra batida, que le costó el ‘break’, con 1-1 en la segunda manga. Un mero accidente que Nadal se podía permitir. Apabulló a Nishikori, a quien ha vencido en 11 de 13 duelos, incluyendo los cuatro sobre tierra, los dos en París, donde ya había avasallado en octavos de 2013 (6-1, 6-4 y 6-3).