Redacción – Se hace difícil que el Liverpool no triunfe en Anfield, arropado por una hinchada que contiene su euforia después de encarrilar el pase a semifinales de la Champions (2-0). El Porto, como el City hace unos meses, no aguantó la presión de un equipo que acabó por atropellarles. No está hecho el trabajo aún pero Keïta y Firmino alargan la ilusión de un club que se quedó a las puertas de ser el nuevo rey de Europa unos meses atrás. Han vuelto y siguen siendo la misma amenaza.

Anfield es tradición. Es un apoyo incondicional a pesar de los pesares. Es ‘The Kop’. Son los ojos abrillantados del niño que acude por primera vez y también es una mujer de 80 años, ayudada por personal de seguridad mientras canta el ‘You’ll never walk alone’. Eso es el hogar del conjunto de Klopp, una figura imprescindible para explicar lo que es hoy el Liverpool. No existe otro escenario con la liturgia que ofrece Anfield, otra vez engalanado ante la visita de un Porto algo atemorizado.

Se abrochó el Porto por necesidad, a quien no se le niega la voluntad inicial. Aunque no basta con eso para batirse frente a un Liverpool que parece haber superado el bache. Salah explica en parte ese proceso de recuperación, de nuevo con esa chispa que le faltó desde hace meses. El egipcio ha dejado atrás la nostalgia, quien sabe si reconciliado con la tensión contagiosa de esta fase del curso. Incluso se permitió indultar a Casillas en un mano a mano tras un error claro de Pereira.

Cada vez que aplaude Klopp levanta el ánimo de Anfield, entregado a su Liverpool tras el 1-0 de Keïta. Una locomotora incansable para un equipo que vive de la combustión. El guineano le puso el broche tras una jugada que empezó en Milner, pasó por Mané y Firmino para que el ex del Red Bull Salzburgo definiera con una pizca de suerte (5’). La ventaja responsabilizó más aún al cuadro local, mucho más metido en el encuentro a partir de entonces, tremendamente superior al Porto.

Van Dijk puso el candado, Fabinho protegió y el Liverpool acabó por encerrar a su rival portugués. Imparable en Anfield, Milner filtró el cuero en profundidad a Alexander-Arnold y Firmino apareció con sigilo, bajo palos, para acompañar a placer ante Casillas (26’). Catorce meses esperó el Porto para la revancha pero no ocurrió en Inglaterra, negado nuevamente por el equipo de Klopp. No se le puede conceder demasiado a este equipo, que quiso resolver antes de viajar a Do Dragao.

No quiso esperar hasta entonces el Porto, decidido a arañar algo de Anfield. Fracasó en su intento Marega con un remate que sacó Alisson y espabiló tras el intermedio con algunas aproximaciones interesantes aunque eso despertó el griterío en Anfield. Se puso también en marcha el Liverpool, que supo corregir sus imprecisiones a pesar de que se llevó algún susto con el ingreso de Marega en el área. Pero no sufrió en exceso Alisson, más inseguro cuando tuvo que elaborar con el cuero en los pies.

Casi anecdótico para un Liverpool que quiso evitar cualquier atisbo de reacción visitante. Liderado otra vez por Salah, casi tan positiva su vuelta como el 2-0, los de Anfield acarician las semifinales de la Champions después de quedarse con la miel en los labios la temporada pasada. No se rinde Klopp, que hizo un paréntesis en su lucha por ganar la Premier para demostrar que el Liverpool también está preparado para gobernar en Europa. Ambición no les falta. Van a por todo.