Redacción – El Atlético de Madrid y el Girona empataron en Montilivi (1-1) en un vibrante encuentro con más pasión que fútbol que se resolvió con dos goles locales. El de Stuani de penalti antes del descanso y el de Ramalho en propia puerta en el tramo final del choque. Justo reparto de puntos y otro pinchazo a domicilio de un Atlético que sólo ha ganado en una de sus siete salidas ligueras y que tuvo en las botas de su lateral izquierdo, Saúl, sus dos mejores ocasiones.
Comenzó bien el conjunto rojiblanco, con ambición, con una presión alta para robar cerca del área de Bono y poder hacer ataques rápidos y peligrosos. Era la intención. Y así empezó. Pero se diluyó a los pocos minutos, con el choque pasando a estar igualado. A los 3 minutos, Griezmann tuvo la primera ocasión de la tarde, con un disparo con la derecha desde fuera del área al que respondió Bono a la perfección.
Reaccionó el Girona, que niveló la balanza y tuvo su primera oportunidad en las botas de Granell, con un disparo a la salida de un córner que salió rozando el palo. A balón parado creaba peligro el Girona. Luego fue Aleix García de falta directa y después, Stuani, de volea con la izquierda en otro saque de esquina, los que pusieron en apuros a Oblak.
El Atlético no estaba mal. Le costaba crear ocasiones, pero tenía el dominio, con un gran Rodrigo en el centro del campo que manejaba el juego y el ritmo. Costa, a medio gas por las molestias que tiene en el pie (visibles hasta en la forma de moverse del delantero) protagonizó su primer desmarque a la espalda de la defensa. Y así llegó la primera gran ocasión del Atlético. Saúl, lateral izquierdo improvisado, combinó con Griezmann dentro del área para que el francés le dejara solo ante Bono. Remató, algo forzado, y mandó el balón al larguero.
Llegaba el Atlético con peligro, buscando el gol antes del descanso. Pero lo encontró el Girona, en una extraña acción que comenzó con un mal pase de Rodrigo, algo extraño, que dejó a Stuani en situación favorable. Salió a tapar Oblak, derribando al uruguayo en la frontal. Tan en el límite, que De Burgos Bengoetxea señaló falta. Intervino el VAR; que la metió dentro del área. Penalti. Lo transformó el ‘pichichi’ Stuani, engañando al esloveno.
Y se llegó al descanso, con caras que eran un poema en el bando colchonero, que lució de nuevo su tercera equipación, comenzando por la de Simeone, que se lamentaba desde la banda. Había 45 minutos por delante para revertir la situación. No estaba mal el Atlético, pero los errores en su área y la falta de acierto en la contraria le habían condenado en el primer acto. Y una vez más, le costaba un mundo ante una defensa de cinco. Un clásico.
Movió fichas Simeone. Sólo de posiciones, con Koke pasando al centro y Thomas cayendo a la derecha. La intención era buena, pero la práctica… La primera volvió a ser del Girona. De nuevo de Granell. Lemar y Griezmann se enredaban por el centro, sin poder encontrar a Costa, también perdido y condicionado por sus molestias, y con más aspavientos y quejas que juego. El Atlético lograba encerrar al Girona en su área, pero con los catalanes muy bien cerrados, no encontraban huecos.
El Cholo metió Correa por Rodrigo buscando ese jugador que pudiese encontrar resquicios en esa zaga. Partiendo desde la derecha, eso sí. Eusebio también se movió, dando entrada a Portu, que reparecía tras un mes en el dique seco, por Roberts. No pasaba nada, más allá de la lesión de Bono, que se rompió muscularmente.
Quemaba naves Simeone, que metió a Gelson por Arias, para quedarse cerrando con tres. Se volcó el Atlético, que tuvo una con Correa y otra muy clara de Saúl otra vez, pero una milagrosa mano de Iraizoz evitó el empate de los colchoneros. El Girona iba a tener espacios, pero no quedaba otra. Luego fue Gelson el que la tuvo, pero cruzó demasiado su disparo. Era el minuto 80 y Vitolo seguía en el banquillo. Y Lemar, intrascendente, en el campo.
Correa, que había agitado el partido desde su salida, fue clave en el empate. Robó un balón cerca de su área y puso un pase de 60 metros al desmarque de Diego Costa, que la pinchó perfecta. Y cuando iba a fusilar a Iraizoz, metió la pierna Ramalho para mandar el balón a la red. Empate. Justo por lo que se había visto sobre el campo, pero poco botín para un Atlético que aspira a pelear por la Liga.