Redacción – El entrenador del Barcelona, Ernesto Valverde, admitió el sábado que Messi “es insustituible” y comenzó a buscar la manera de minimizar al máximo la ausencia del crack argentino, centrado en el Inter, sin olvidar el Clásico, y estudiando el menor perjuicio para un equipo que “le echará de menos”, según confesó en la misma sala de prensa.
El entrenador azulgrana se encuentra en el mismo e incómodo escenario que alguna vez sufrieron Luis Enrique, Martino, Vilanova, Guardiola y Rijkaard, obligados a retocar con mimo el esquema, trasladando mensajes de optimismo y confiando en que el colectivo sea capaz de sobreponerse a la ausencia de un líder cuyos galones no han hecho que aumentar con el paso del tiempo. Y que, hoy por hoy, se saben indiscutibles.
Valverde, de entrada, calcula en seis partidos la ausencia de Messi, uno más de los cinco en los que no contó con él, voluntariamente, la pasada temporada. Entre Deulofeu, Alcácer, Arnáiz y Dembélé se repartieron la responsabilidad en los cuatro partidos que le dio descanso el entrenador y el quinto que faltó, en Málaga, por el nacimiento de su hijo Ciro.
La situación es ahora distinta y más complicada. El sábado el entrenador echó mano de Dembélé para ocupar la plaza del argentino pero el joven jugador francés completó un partido mediocre, perdiendo una ocasión de oro para ganarse la confianza. Entró por delante de Rafinha, quien pudiera ser el elegido este miércoles, y de Arturo Vidal, que ofrecería un perfil tan distinto que, de entrada, obligaría a variar el dibujo… Algo que el mismo técnico afirmó estar poco dispuesto a hacer.
De esta manera, tendría opciones de ser elegido Munir, zurdo como Leo, o, menos probable por su nulo protagonismo hasta hoy, Malcom. Ello haría que el sistema, prácticamente, no se retocara y mantuviera la personalidad de los últimos partidos. Lo que no ocurriría si Valverde solventa proteger más al equipo con la entrada de un cuarto centrocampista.
Rafinha, Sergi Roberto y, en menor medida, Denis serían quienes ofrecerían un perfil diferente a Arturo Vidal mientras que el chileno, necesitado de reivindicar un papel no visto en Barcelona, sería una pequeña revolución. Sea quien sea, el laberinto se aventura de difícil solución.