Redacción – Rafa Nadal celebrando cada punto como si fuese una final. Era una segunda ronda, pero su duelo contra Nick Kyrgios tenía todos los ingredientes de un encuentro especial y así se comprobó durante un espectacular duelo, dominado por el balear por 6-3, 3-6, 7-6 (7-5), 7-6 (7-3) en 3h.03’.

Nadal tomándose la revancha de la derrota sufrida en la misma ‘Catedral’ en los octavos de 2014, vengando el amargo tropiezo de esta temporada en Acapulco, donde dejó escapar tres bolas de ‘match’ permitiendo la remontada de Kyrgios, a quien acusó de falta de respeto al público, los rivales y a sí mismo.

No lo dijo la víspera, porque el manacorí prefiere ser comedido fuera de la pista y guardar sus fuerzas para la cancha, pero Nadal tenía unas ganas especiales al rival y al partido ya que representaba un importante desafío en una fecha tan temprana de un Grand Slam.

El mejor Rafa Nadal domó a un excelente Kyrgios. El español, 33 años y nº 2 mundial, jugó de acorde a sus capacidades, a un estado de forma óptimo que le llevó a ganar en Roma y Roland Garros. El australiano, 24 años, hizo del top-10 que merecería su potencial, aunque sea 43º ATP porque sólo le motivan citas como ésta. Ese ranking bajo propició este espectáculo en la segunda eliminatoria.

El sorteo dejó muchas trampas en el camino de Nadal, que el sábado se enfrentará al francés Jo-Wilfried Tsonga, con dos semifinales en su palmarés de Wimbledon a sus 34 años. Intenta recuperar terreno después de una operación de rodilla en abril de 2018, se impuso al lituano Ricardas Berankis por 7-6 (4), 6-3 y 6-3.

Nadal, convencido de que Kyrgios la intentaría liar de todas la maneras posibles, salió muy intenso y efectivo, apabullando a Kyrgios, que se dedicó a hacer un ‘ace’ con un saque de cuchara en el octavo juego, con la primera manga prácticamente perdida. Igualmente hizo el segundo saque más rápido de la historia del ATP Tour a 230 km/h.

El australiano, impredecible, se quejaba una y otra vez al juez de silla, el francés Damien Dumusois, de que Nadal iba muy lento entre puntos, tanto al saque como al resto. “¿Vamos a estar peleándonos todo el partido?”, le señaló el árbitro, que le castigó con un ‘warning’ por no dejar de hablar y molestar el saque de Rafa.

Emergió la bestia competitiva en una segunda manga caliente. Recuperó ‘break’ Rafa, pero entregó de nuevo su saque, y con él el set. Equilibrio, máximo espectáculo porque paulatinamente Kyrgios se olvidó de las tonterías y el árbitro, dedicándose a jugar a tenis.

No hubo ni opciones de rotura de saque en la tercera y cuarta manga, de un nivel excelso de uno y otro. Pero Nadal siempre fue más regular y contundente, especialmente en los ‘tiebreaks’, decisivos. Superadas las tres horas de tanta emoción y juego, a Kyrgios ya se le hacía muy larga la batalla, más después de comenzar la segunda muerte súbita con un error clamoroso estrellando un facilísimo smash en la red. Ya no se recobró anímicamente, y físicamente no estaba al nivel de Nadal.

Éste explotó de felicidad, ya durante el encuentro se había comunicado con su equipo y la grada buscando energía extra, mostrar poderío.

Un ‘partidazo’. Hasta lo dicen los números. Kyrgios, 29 ‘aces’ por los 10 de Rafa. Muchos golpes ganadores, 58 a 44, apenas errores, 27 a 16. Un show deportivo. Brutal.