Los retos de Joan Laporta como presidente del Barcelona

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El nuevo presidente del Barcelona, Joan Laporta, vivirá una segunda etapa al frente del Barcelona, después de arrasar en las elecciones a Víctor Font y Toni Freixa para convertirse en el segundo presidente más votado de la historia del club azulgrana.

El lema «Lo volveremos a hacer» se cumplió de manera indiscutible y el discurso tan desenfadado como cercano, con el recuerdo de los mejores años del club en el primer plano por encima de programas, proyectos y nombres, se demostró fundamental para convencer de manera mayoritaria a una masa social necesitada de autoestima.

El carisma de Laporta pudo con todo desde el día en que presentó su imagen con una lona gigantesca al lado mismo del Santiago Bernabéu. El mensaje, contundente, significó un golpe maestro a partir del cual el convencimiento de Víctor Font mutó en preocupación primero y desengaño después.

Ganó Laporta y empieza una nueva era en el Barça… Pero, ¿y ahora qué? Los retos que tiene por delante el nuevo presidente no son poca cosa. Debe enderezar con urgencia una situación económica crítica, hacer frente a la profunda remodelación del Camp Nou y dar forma a un nuevo proyecto deportivo que, con Leo Messi en el primer plano, recoloque al equipo en el primer plano.

La gestión

Las primeras horas tras la victoria electoral sirvieron para conocer que el Director General de la multinacional MediaMarkt Ferran Reverter será el nuevo hombre fuerte del club, el CEO que sustituirá a Òscar Grau, que Mateo Alemany será el Director General deportivo con Jordi Cruyff, que podría viajar a Barcelona esta misma semana, como Director Deportivo.

Acompañado de sus inseparables Rafael Yuste y Elena Fort, Jaume Giró se aventura como una pieza fundamental en la nueva gestión del club para un Laporta que tras su aurea personal, más allá de su personalidad arrebatadora y carisma indiscutible, deberá ceder mando a los profesionales, rodearse de gestores eficientes, saber escuchar, dejarse aconsejar y liderar un mando tan firme como compartido.

Deberá esperarse para comprobar si el nuevo/viejo presidente, manteniendo el espíritu del pasado es capaz de acoplarse a este nuevo futuro.

Rebajas la deuda

El Barcelona tiene, reconocida, una deuda total cercana a los 1,200 millones de euros y neta de casi 500. Debe 365 millones en fichajes y antes de acabar esta temporada debe hacer frente a pagos por valor cercano a 277. Los gestores económicos de la nueva directiva, con Jaume Giró (vicepresidente económico) al frente, entienden fundamental «refinanciar» esa deuda llegando a acuerdos con las entidades bancarias, toda vez que el propio Laporta avisó el mismo domingo por la noche que negociar atrasos de pago con otros clubs por los fichajes lo entendía «imposible».

Pero el gran plan financiero establecido por los nuevos gestores azulgranas se explica a través de la emisión de bonos que le otorguen liquidez inmediata al club, estimada en unos 200 millones de euros a corto plazo, que se dividan entre grandes y pequeños inversores, siempre sin poner en peligro la supervivencia e independencia de la entidad.

Desde la Junta Gestora se deslizó semanas atrás que existía una propuesta externa de invertir 250 millones por entrar en el Barça Corporated, tomando el 49 por ciento de su valor, que a falta de confirmarlo por parte de la nueva directiva significaría igualmente otra importante fuente de ingresos. Con todo, el nuevo presidente ya se mostró partidario de cerrar acuerdos individuales con cada una de las líneas de negocio más que hacerlo de manera genérica, entendiendo que ello sería más beneficioso para el club.

«Si se obtiene liquidez a corto plazo, lo más necesario, se puede rebajar la tensión financiera y refinanciar la deuda con menos problemas”, reveló a ESPN Deportes una fuente de la candidatura de Laporta, reconociendo que la situación «es preocupante» pero, advirtiendo de manera indiscutible que la marca Barça y la potencia del club «siempre es una garantía».

Messi

A menos de cuatro meses para que el capitán acabe su contrato con el Barça, su improbable continuidad, en boca de todos desde hace meses, dio un vuelco absoluto el domingo con una simple imagen: verle en el Camp Nou votando por primera vez en su vida. Leo Messi trasladó el mensaje que siente el club como algo propio, en cierta manera se hizo perdonar por el episodio del burofax de agosto de 2020 y sin necesidad de decir nada devolvió la esperanza al aficionado azulgrana.

«Lo de Messi lo soluciono con un asado”, dijo la última semana, socarrón, Laporta, convencido de que la relación personal que mantiene desde hace 18 años con el astro argentino era, es, la mejor carta de presentación para convencerle de su permanencia en el club. Ya más en serio, este mismo domingo, reveló la necesidad de convencerle a través de «un proyecto deportivo ilusionante y una oferta acorde con las posibilidades del club», descubriendo su intención inmediata de sentarse con su padre para abordar la situación.

El nuevo presidente tiene a su favor esa relación de proximidad con Messi y su entorno más cercano. Tal es así que sin proclamarlo nadie públicamente se asegura que el argentino le anunció el mismo domingo por la mañana su intención de ir a votar y le felicitó por la noche por su triunfo electoral, entendiéndose a partir de ahí la papeleta que introdujo en la urna… Una buena manera de empezar, pero para nada definitiva.

Laporta tiene el carisma y la capacidad de seducción a su favor, pero deberá conocer de primera mano si esa cercanía personal es suficiente para convencer a un Leo que, camino de los 34 años, muestra la necesidad de sentirse parte de un proyecto ganador a corto plazo. Más allá del dinero, que también puede influir, el nuevo presidente tendrá que mostrarle esa realidad. Y no se sabe hasta qué punto pesará cada parte en la balanza.

La masa salarial

Si Font y Freixa apostaron abiertamente por seguir reduciendo la masa salarial de la plantilla azulgrana, Laporta se mostró durante la campaña mucho más comedido en ese apartado. De hecho, acabó por dejar claro que es un asunto de difícil gestión advirtiendo, sin necesidad de decirlo abiertamente, que los contratos firmados están para cumplirse. Y sí afirmó, sin titubeos, que no tiene intención de seguir recortando.

¿La razón? «Jan conoce de primera mano a los jugadores, no solo personalmente a muchos de ellos, sino que sabe sus inquietudes y su forma de ser. No puede presentarse con amenazas que, además, no tienen ni sentido ni base» se apela desde el núcleo duro del nuevo presidente.

Además de Messi, el más urgente por acabar contrato, el nuevo mandatario deberá empezar a negociar los contratos de Dembélé, Sergi Roberto o el novato Ilaix Moriba que acaban en 2022 y hacerlo con una agilidad financiera que será un reto mayúsculo. Los demás tienen firmados acuerdos a más largo plazo que el presidente considera, de entrada, intocables… O no.

Laporta tiene la confianza de los jugadores y, en paralelo, tiene la necesidad de hacerles entender que, quizá, haya que hacer algún sacrificio más en favor del club, del proyecto deportivo del que ellos en primera persona forman parte. «Sembrar para recoger» se proclama. ¿Será el mejor argumento?

Koeman

«Es una leyenda en el club y merece respeto. Mucho respeto y apoyo». Son palabras, personales, de Joan Laporta, repetidas durante los últimos días y proclamadas una vez se confirmó su victoria en las urnas. Ronald Koeman, es, efectivamente, una personalidad muy especial en el universo azulgrana, que puede no ser entendida en profundidad por quien no viviera de cerca su etapa como futbolista pero es indiscutible para quien sí lo hizo.

Y el nuevo presidente es de estos. Es cercano al entrenador por lo que significa, por su relación con Johan Cruyff y porque, en cierta manera, debe sentirse en deuda con él después de que siendo su primera apuesta en 2003 no acabase apostando por él, en favor de Rijkaard, por rechazar pagar un traspaso al Ajax, el club al que entonces dirigía Koeman.

Pero, más aún, Laporta atiende su confianza ciega en Koeman por los hechos más que por las sensaciones. El técnico aceptó el desafío monumental de volver al Barça en un momento crítico en todos los órdenes y deportivamente se ha convertido en el líder de un vestuario que se ha unido a su alrededor. Ha dado cancha a los jóvenes y el equipo ha ido creciendo de manera irregular pero cierta.

Si en enero de 2004 fue capaz de mantener contra viento y marea a un Rijkaard que estaba mucho más tocado que Koeman, nada hace pensar que ahora Laporta tenga la intención de poner en duda el futuro del entrenador. Ofrecerle confianza, como ya hizo este lunes saludándole y animándole personalmente, se considera un hecho. Aunque, como siempre, los resultados serán los que decidan.

«No podemos engañar al abonado. Si la remodelación se hace por partes será más costosa e incómoda y cuando se tenga que subir la cubierta, desde el césped, no se podrá jugar» avisó este mismo domingo por la noche el nuevo presidente. Un aviso en toda regla.

Si desde las candidaturas de Font y Freixa se descartaba «totalmente» dejar el Camp Nou y trasladarse al estadio de Montjuïc mientras duren las obras, la situación es mucho menos clara en el equipo de Laporta. Elena Fort, quien apunta a la vicepresidencia social y ha estudiado a fondo la remodelación del estadio azulgrana, no ha escondido su postura favorable a este traslado aunque provoque polémica.

El Estadio Olímpico tiene una capacidad de 56 mil aficionados, menor a los más de 80 mil abonados que tiene el club, y aún planteando una ampliación provisional se entiende imposible ir más allá de las 70 mil plazas, con lo que se debería ‘sortear’ la asistencia. Más aún, se perjudicarían otras vías de negocio que tiene el Camp Nou y, provocando esa incomodidad evidente al aficionado también sería un problema económico…

Pero «hay que elegir entre la incomodidad de pasarnos cinco o seis años permaneciendo en nuestra casa, y teniendo en cuenta que siempre habrá un mínimo de 20 mil abonados perjudicados, o apostar por dos, tres años máximo, por jugar en Montjuïc”, explicó a ESPN Fort, sin esconder sus dudas profundas pero entendiendo fríamente la necesidad de decidir.

Futuro… y presente

Unos dirían «se acabó la fiesta» y otros «empieza la fiesta». Desatado y eufórico, Joan Laporta celebró saltando y cantando la victoria electoral en una imagen que caló entre los socios. «Es una inyección de autoestima. Lo necesitamos todos» se argumentó desde su entorno más cercano, dando cuenta que los años han convertido al presidente en un personaje más centrado pero manteniendo su carácter explosivo…

El barcelonismo apostó sin reservas por la explosión de alegría y el carisma que personaliza Laporta. Empieza el capítulo dos, un ‘Regreso al futuro’ en el que habrá que ver si, como en 2003, convierte la depresión en éxito. Pensando en un futuro mejor, el presente ya le atropella.