Con un gran festejo los azulgranas compartieron con sus segudiores
La fiesta arrancó en el Spotify Camp Nou, epicentro emocional del barcelonismo. El presidente Joan Laporta y miembros de su junta directiva despidieron al equipo en un acto lleno de simbolismo. Allí mismo, los obreros que trabajan en la reconstrucción del estadio se sumaron al homenaje. Eran conscientes de estar ante una generación que está devolviendo la ilusión a la afición.
Minutos después, el autobús descapotable inició su recorrido con los auténticos protagonistas: jugadores, cuerpo técnico y trabajadores. Sorprendió ver a más empleados que jugadores encima del bus. Además, estaban las tres copas conquistadas esta temporada: LaLiga, la Copa del Rey y la Supercopa de España. Las calles de la ciudad condal se tiñeron de blaugrana y la afición se volcó con su equipo. Cánticos, vítores, saludos y emoción se apoderaron de una ciudad entregada.
El horario, perfecto: viernes a las 18 h, justo a la salida de los colegios y en la antesala del fin de semana. Muchos niños y niñas vivieron su primera rúa, impactados por la magnitud del evento. La emoción era palpable, con pequeños que miraban el desfile con ojos desorbitados. Era como si estuvieran viendo pasar a los mismísimos Reyes Magos. Porque este equipo tiene algo especial, transmite magia, barcelonismo en vena, y ha sabido conectar con una nueva generación de culés que ya los toma como referentes. En especial, Lamine Yamal, el más aclamado, que se atrevió a liderar tramos del recorrido con el micro en la mano para cantar con los aficionados.
Hubo ausencias inevitables: Ferran Torres, operado de apendicitis el miércoles, siguió la rúa por televisión y redes sociales. Tampoco estuvo Dani Rodríguez, intervenido recientemente del hombro, ni los convocados por el Barça Atlètic. Pero el resto de la plantilla se volcó con su gente, celebrando como se merece una temporada de ensueño.
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CELEBRAN POR PRIMERA VEZ
La rúa también fue la primera para muchos. Canteranos como Dani Olmo, Cubarsí, Héctor Fort, Marc Bernal, Casadó, Fermín o culés de cuna como Pau Víctor y Gerard Martín vivieron su primer baño de masas como campeones. También Szczesny e Iñigo Martínez disfrutaron de su estreno, especialmente este último. No pudo celebrar títulos la pasada campaña y se tuvo que conformar con ver de incógnito en Bilbao la Gabarra de su antiguo club, el Athletic.
Las escenas de júbilo se multiplicaron: gente subida a paradas de autobús, balcones repletos, camisetas y banderas lanzadas a los jugadores. Ellos no dudaron en firmarlas y devolverlas. Algunos regalaron balones pequeños a los más jóvenes, desatando aún más entusiasmo.
Flick, el arquitecto del éxito, se mostró tranquilo, sonriente, observando con satisfacción a sus jugadores disfrutar de un momento que ya forma parte de la historia del club. Pausado y sereno, el técnico alemán volvió a mostrar ese liderazgo firme pero cercano. Esta ha sido clave para consolidar un nuevo ciclo ganador en Can Barça.
La rúa tuvo de todo: música, grupos de animación, castellers, color, pasión y el CAT, la mascota estrenada este año para celebrar los 125 años del club. Abriendo la comitiva y fuegos artificiales al final, ya en el Arc del Triomf. Pero sobre todo, tuvo una ciudad rendida a sus campeones. Porque este Barça ha devuelto la ilusión, y la capital catalana se lo agradeció volcada, haciendo historia en las calles. Barcelona fue blaugrana.
Barcelona celebra con su gente el título de la Liga de España.

