El conflicto entre Lionel Messi y el Barcelona podría comenzar a desencallarse, o aumentar en su distanciamiento, a partir del miércoles, con la presencia de Jorge Messi, padre del todavía capitán azulgrana, en la capital catalana para mantener una reunión con el presidente azulgrana.

Las posturas, hoy por hoy, se mantienen absolutamente encontradas. Los asesores de Messi entienden que el jugador rompió el último martes cualquier relación contractual (El Barcelona cuenta con Messi, quien tiene contrato y no podrá irse sin pagar la cláusula de rescisión) con el club tras haber comunicado por burofax su deseo de rescindir el contrato unilateralmente, mientras qué en el Camp Nou, el Barcelona mantiene inamovible su posición de mantener al jugador bajo su disciplina, dispuesto a renovar su contrato,

Dando por hecho que el actual sigue totalmente en vigor hasta junio de 2021 con los 700 millones de euros como cláusula de rescisión en una afirmación que la propia Liga apoyó (La Liga se posiciona a favor del Barcelona y le da la espalda a Messi) con un comunicado oficial.

Los contactos entre el padre de Messi y el presidente del Barça cesaron el sábado, tras una corta conversación en la que Jorge Messi le comunicó a Bartomeu la decisión de no acudir (Lionel Messi cumple y no se presenta con Barcelona) a las pruebas médicas del domingo ni a los entrenamientos que comenzaban este lunes, lo cual no fue del agrado del dirigente azulgrana, aunque resolvió no aumentar el conflicto y aceptar un encuentro personal en Barcelona en el que, de entrada, no se sospecha pueda llegarse a una entente si una de las dos partes no cede en sus postulados.

El Barca mantiene que es imposible tratar un traspaso de Messi, menos aún considerar su salida, y pretende tender puentes de entendimiento dirigidos a que Leo recapacite, aceptando su desencanto y presentándole un nuevo y ambicioso proyecto deportivo, comandado por Ronald Koeman y en el cual él debe ser el auténtico líder del cambio generacional.

Bartomeu solo quiere conversar acerca del reingreso del crack a la disciplina del equipo, aparcando cualquier conflicto que haya existido en las últimas semanas y, más aún, tratar una extensión de contrato más allá de junio de 2021. En último término, el presidente le concedería al argentino la opción de acabar esta temporada en los términos actuales para que tratase su renovación con el ganador de las elecciones que deben celebrarse la primera semana de abril.

En el otro bando, sin embargo, la postura es absolutamente contraria. Messi entiende que ya rompió toda relación con el Barcelona y el objetivo de su padre es pactar una salida en buen grado, un divorcio amistoso y muy alejado de la sensación existente en la actualidad… Pero divorcio, innegociable, al fin y al cabo.

Los asesores de Messi, que argumentaron en un principio que el final de la temporada 2019-20 se había trasladado del 31 de mayo al 23 de agosto a causa del coronavirus y que por ello tenía diez días a partir de entonces para anunciar su renuncia a seguir en el club, sostienen que la temporada que empieza, la 2020-21, es una extensión (Messi se considera libre de la cláusula de rescisión de 700 millones de euros) opcional del contrato firmado en noviembre de 2017 y que, por ello, la cláusula de rescisión de 700 millones de euros no tiene ninguna validez y que, con el burofax enviado la pasada semana se resolvía el contrato a la espera de una determinación judicial en caso de no llegar a una entente entre las dos partes.

A pesar de todo ello, la voluntad de Messi, dando por hecho que no quiere volver a jugar con el Barça, es conseguir una salida pactada con el presidente azulgrana que evite que el conflicto, enquistado como está, aumente todavía más y acabe en un proceso judicial.

El Barcelona, que mantiene que el contrato de Leo finaliza en 2021, sostiene que Leo no jugará en ningún otro equipo esta próxima temporada y que solo podría abandonar el club libremente en (Barcelona: Messi se puede ir libre solo si deja de jugar una temporada) caso de no jugar durante todo el curso, algo que desde el entorno del futbolista se negó rotundamente.

Jorge Messi viaja a Barcelona con la intención de desencallar el conflicto y hacer entrar en razón a Bartomeu, pero el presidente del Barça se mantiene inamovible en su postura, por lo que, de entrada, no se adivina una solución a corto plazo.