Italia jugará el domingo la final de la Eurocopa después de eliminar a España en una trágica tanda de penalties que decidió un brasileño, Jorginho, después de que Donnarumma atajase el cuarto lanzamiento de Morata. Cruel fue la caída del equipo español, más vivo, ambicioso, jugón y decidido en un partido que dominó con solvencia y que no pudo sentenciar por su falta de acierto en el remate final.
Por 4-2 ganó en la tanda el equipo de Mancini después del 1-1 con que terminaron 120 minutos apasionantes de fútbol y que dieron paso a esa suerte definitiva en la que Italia vengó su eliminación de la Eurocopa, también en los penalties, de la edición de 2008. El fútbol no fue justo con España y sonrió a la siempre fiable, con mejor o peor juego, de Italia.
Firme en su planteamiento de que su equipo fuera protagonista a través del balón, Luis Enrique sorprendió de entrada apartando del once a Morata y apostando por una delantera sin 9 estático, actuando con mayor movilidad con Dani Olmo, Ferran Torres y Oyarzabal, en la que fue su primera titularidad en esta Eurocopa, con el objeto de remover a dos experimentados pero veteranos Chiellini y Bonucci. No cayó en la trampa de perder la compostura en su Italia Mancini pero fue España la que llevó el dominio en los primeros instantes, ante una rival ordenada y que, poco a poco, se fue liberando para buscar el vértigo.
Lo puesto en escena por unos y otros regaló un juego ágil e intenso, de idas y venidas, con mayor control español pero avisos claros de una Italia que sabía qué hacer en cada momento y evitaba en la medida de lo posible caer en la trampa de perder la posición en defensa, consciente de que cualquier error le podría costar caro.
Ocurrió a los doce minutos, en una asistencia mágica de Pedri que no supo aprovechar Oyarzabal y a los 25, cuando Donnarumma rechazó magníficamente un disparo raso de Dani Olmo, probablemente el delantero con más idea de una España que fue comprendiendo a medida que pasaba el tiempo que tan atenta debía estar en su fútbol como en evitar la rapidez de los italianos, crecidos en el campo cuando se acercaba el descanso.
GOLPES
La segunda mitad comenzó contemplándose a una Italia más decidida a discutir el dominio español. Mancini ordenó a sus jugadores dar un paso al frente y ello desembocó en un comienzo de segundo acto más igualado, repartiéndose los dos equipos las ocasiones, dos consecutivas en una y otra portería antes de llegarse a los diez minutos, un susto para Donnarumma… Y el golpe de Chiesa.
Se llegaba a la hora de partido cuando un balón largo al área española no fue rechazado con acierto por Laporte en el ángulo derecho; el balón quedó en pies de Chiesa y ante la mirada de Èric García, que no se decidió a agobiarle y le ofreció la posibilidad de controlar y soltar una rosca excepcional, magnífica, a la que no pudo responder Unai.
Partido dominado, juego solvente, fútbol en ocasiones de gran calidad… Y derrota en el marcador. No merecía el castigo España y disfrutaba de un premio acaso excesivo Italia, que quiso dormir el partido ante la rebelión hispana, dando entrada consecutivamente Luis Enrique a Morata, Gerard Moreno y Rodri para, en pleno ataque de urgencias, buscar el necesario empate. Pero siempre en base a un juego innegociable.
Y tuvo premio su acoso, su apuesta y su fórmula. Y llegó a través del empate de Morata a diez minutos del final gracias a una asistencia sensacional de Dani Olmo, que concluyó con un remate soberbio engañando a Donnarumma para encaminar el partido a un desemboque apasionante… Y que se condujo a la prórroga.
SIN DESCANSO
El empate le supuso una decepción a los italianos y un golpe de ánimo a los españoles, que hasta el final, y también en la prórroga, se convirtieron en dueños del partido, prácticamente ya sin oposición de una Italia rendida a la evidencia y entregada al sufrimiento, algo apenas visto en los últimos tiempos en la azzurra.
Achuchó tan convencida como desatada España y se vino atrás ya din disimulo Italia, atendiendo a un partido impensable y en el que el físico del equipo hispano le pasaba por encima. Dani Olmo, estelar, y Pedri, infatigable, tomaron los galones en el ataque buscando a un revoltoso Morata y apoyándose en el refresco de Llorente, al que se unió en la segunda mitad Thiago Alcántara tomando el relevo a un Busquets fundido.
Y así siguió sin darse un descanso el equipo de Luis Enrique, consciente de que llegar a los penalties, por segunda eliminatoria seguida, podría significar su muerte y tratando de evitarlo a toda costa. Con tal dceterminación… que sin darse cuenta le dieron ocasión a los italianos de buscar contragolpes contados pero mortales.
Así llegó un gol anulado a Berardi a los 110 minutos, inmediatamente después de un corte providencial de Laporte que motivó la reacción de Luis Enrique, pidiendo más pausa y madurez al juego de combinación para evitar sustos.
Jugando contra los nervios comenzaron a entender todos que la semifinal se decidiría en los penalties de no ocurrir un milagro… Y no ocurrió hasta el momento determinante. Donde la suerte se vistió de azul. Unai atajó a Locatelli, Dani Olmo disparó a las nubes y después de dos lanzamientos por bando sin fallo, Donnarumma rechazó a Morata antes de que Jorginho, un brasileño, sentenciara.
Italia será finalista. Pero España cayó con la cabeza muy alta… Y demostrando el futuro esplendoroso que tiene por delante.