Dos entrenamientos a las órdenes de Ronald Koeman han sido suficientes para que los jugadores del Barça comiencen a recuperar la ilusión. La autoestima quedó tan golpeada hace 18 días en Lisboa que las vacaciones fueron demasiado breves para como para lograr una desconexión real. Lo sucedido ante el Bayern se convirtió en una pesadilla. Recordar el 2-8 y aquella horrible imagen fue un ejercicio diario de masoquismo. Y las dudas sobre cómo sería el regreso al trabajo asaltaban una y otra vez durante su descanso a los que vivieron aquel martirio. Pero apareció Ronald Koeman con la mente limpia, sin esa losa del marcador del Estadio da Luz en su espalda, con un ‘staff’ técnico que cautiva. Y todos han entendido que llegan nuevas ideas y otra forma de trabajar. Ha habido química y mucha implicación por parte de todos. Es el camino.

Gerard Piqué, el único que dio la cara tras el desastre, llegando a ofrecer públicamente su marcha si eso ayudaba a la reconstrucción, ya ha entendido que acabó una etapa, incluso un ciclo, con un final repleto de errores por parte de todos, en los entrenamientos, en los partidos, en los despachos y también fuera del fútbol. Habló en privado con Koeman, durante su descanso, en una de las reuniones que el técnico holandés mantuvo con los jugadores con más jerarquía. Y ahora ya sabe que no sólo fueron palabras repletas de buenas intenciones, sino que la voluntad del cambio es real y visible en los entrenamientos.

El central ha bendecido la forma de trabajar de Koeman, al igual que los otros ‘veteranos’ que han podido arrancar la pretemporada desde el primer día en la Ciutat Esportiva, como Jordi AFClba y Sergi Roberto. Posiblemente también estén detectando que se están sentando las bases de algo esperanzador Luis Suárez y Arturo Vidal, pero ellos dos ya saben que no entran en los planes del entrenador holandés.

Sergio Busquets no estuvo en los dos primeros entrenamientos al encontrarse con la selección pero se incorporó la pasada semana , unos días antes, con Ansu Fati, que también está con la absoluta. El de Badia es otra vaca sagrada que bendice el plan de Koeman, quien ya se lo transmitió personalmente.

También ayuda a esa renovación del ánimo grupal la presencia de un centrocampista como el juvenil Ilaix Moriba, de 17 años, todo desparpajo y alegría, llamado a liderar el relevo generacional junto a Ansu Fati, de su edad. O la mirada disciplinada del brasileño Matheus Fernandes, el único de los refuerzos presentes porque Pjanic tiene coronavirus, mientras que Pedri (España Sub-21) y Trincao (absoluta de Portugal) están con sus selecciones.

Y entre los rostros conocidos, el que transmite la energía positiva necesaria en un momento así es Ousmane Dembélé, ya recuperado de su última lesión y con fe en encontrarse por fin ante la temporada de su vida. Es uno de los que puede salir beneficiado de una nueva forma de trabajar, quizás el remedio contra su fragilidad muscular.

Koeman tiene muchas esperanzas depositadas en el francés y en Ansu Fati, dos extremos con una velocidad que quiere explotar, al igual que tiene en mente recuperar la presión alta, intensa y ordenada arriba. Harán falta muchos entrenamientos  agotadores en lo físico, lógico en pretemporada, y en lo táctico, algo que se había descuidado. Toca arremangarse. Y todos están dispuestos a hacerlo.