Redacción – Hace tiempo que el United vive a la sombra del City, casi anecdótica su presencia en Manchester si se compara con la autoridad con la que se expresa el equipo de Guardiola. Salvo excepciones contadas, el campeón camina con paso firme cada vez que se cita con su vecino. Sobre todo si se pone a prueba en Old Trafford, decorado favorable para un City que también se impuso en cancha ajena en las semifinales de la Copa de la Liga, cerca ya de Wembley (1-3).
Solo existe una teoría que explique los números de Pep en casa del United: su equipo es mejor. Y, por si fuera poco, atropelló a su rival en cuanto a actitud. No hubo color a pesar de que ni Gabriel Jesus ni Agüero entraron en el once, retrato de la suficiencia de un City que le bastó con Bernardo Silva como ariete a modo de despiste. Desatascó el derbi con un tanto propio de videojuego, brutal como fue el remate esquinado que se sacó para sorprender a De Gea, inapelable para el español.
Se encomendó el City al luso, que frotó la lámpara y contagió a los demás. A Mahrez el primero, a quien Bernardo Silva asistió para que el argelino dejara atrás al arquero del United y asestara un golpe casi definitivo. La sentencia, no solo del encuentro sino quien sabe si de la eliminatoria, era cuestión de minutos. No supo resistir el cuadro de Solskjaer a la intensidad y al acierto de un City que presume de ser la referencia después de muchos años siendo poco más que residual.
Desajuste de la defensa de los ‘Diablos Rojos’ que aprovecha Bernardo Silva para filtrar un pase brutal y plantar solo ante De Gea a Riyad Mahrez que no perdona.
Han cambiado tanto las cosas en la ciudad de Manchester que ahora disfruta cuando puede aprovecharse de un United desarropado, acostumbrado a encajar un varapalo tras otro en Old Trafford desde aquel memorable 1-6 con Balotelli como protagonista. Pereira, sin querer, se introdujo antes del intermedio el 0-3 en una gran jugada de De Bruyne, imparable cuando el físico y las lesiones le respetan. Un tanto que subrayó las carencias de Lindelöf y sobre todo de Jones, oxidado después de tanto tiempo al margen.
Desaparecido en el primer tiempo, Rashford despertó tras el descanso y definió con mimo frente a Claudio Bravo para recortar la distancia. Una acción aislada, esporádica, en sintonía con el estado de ánimo habitual de un United abonado a las rachas. Greenwood castigó un despiste de Rodri y el ariete inglés dio una breve alegría a una afición que acepta que han cambiado los roles. El City, otra vez dueño de Old Trafford, acaricia con los dedos la final de la Copa de la Liga en Wembley.