Redacción – El Barcelona-Sevilla ‘se acabó’ a los 23 minutos, justo en el momento en que Messi, después de ser asistido en la banda durante un buen rato, se marchó dolorido a los vestuarios y fue sustituido por Dembélé. El Barça ganó por 4-2 y recuperó el liderato. Pero todo ello quedó en un segundo plano. De hecho fue Leo quien sentenció el duelo antes de caer lesionado por el choque con el Mudo Vázquez.
Ter Stegen evitó en la segunda mitad con una doble intervención antológica ante Silva y Vázquez que el Sevilla se reenganchase al partido, justo en la antesala del penalti cometido por Vaclik a Suárez, quien transformó el lanzamiento y cerró las especulaciones. Fue un alivio por el extraño ánimo que se respiraba en esos momentos en el estadio, más pendiente todo el mundo de la lesión de Messi que de un encuentro vital, atendiendo a las últimas jornadas del equipo azulgrana.
Un sábado tan extraño que comenzó con una asamblea de compromisarios que anularon el cambio de escudo del club y rechazaron la pretensión de la junta de Bartomeu para aumentar la capacidad de endeudamiento. Y que acabó con el equipo de Valverde recuperando el liderato pero todos los ojos puestos en la lesión de Messi.
Todo gira en el Barça alrededor de Leo, quien se encargó, por la vía rápida, de sentenciar a un Sevilla sin tiempo a ponerle en dificultades. Sin cumplirse los tres minutos el capitán recibió el pase de Semedo y vio, donde no miró nadie, la entrada en el área de Coutinho, a quien le regaló una asistencia magnífica para colocar el 1-0.
Respondió el equipo andaluz con un disparo al palo de Arana que puso en el escenario los problemas defensivos del Barça a la hora de correr hacia atrás. Y, por si acaso, Messi solventó poner tierra de por medio. Vio una salida limpia de balón desde atrás y se lanzó a correr por la banda derecha; Suárez le vio volando a ras de suelo y le lanzó el balón. Y ya está.
Lionel la condujo con su magia, rozó el área y soltó un obús raso al que no llegó Vaclik para colocar, a los 12 minutos, el 2-0 en el marcador. Tumbado en la lona el Sevilla, rozando el KO ante la parsimonia y calma azulgrana, llegó la desgraciada lesión: Vázquez apartó con el cuerpo, con fuerza, a Messi, quien cayó al suelo. Pero la caída no fue normal, sino sobre el brazo extendido. Y ahí se acabó su partido y, durante muchos minutos, la alegría.
Sin Messi en el césped Coutinho solventó tomar el liderazgo, con menos magia y más cautela, acompañándose de un Arthur cada vez más asentado en el equipo para mantener en frío a un rival incapaz de provocarle el miedo.
Cuando lo comenzó a intentar en el segundo tiempo el grupo de Machín apareció, providencial, Ter Stegen para evitar el 2-1 y acto seguido llegó el penalti para el 3-0. Y se acabó la historia.
Sarabia, con la colaboración de Lenglet que desvió la pelota para despistar al portero del Barça, recortó distancias a los 79 minutos pero por más que pudiera interpretarse que el Sevilla quisiera poner en duda la victoria azulgrana, la magnificiencia, otra vez, de Ter Stegen en la recta final apagó las esperanzas hispalenses y certificó el triunfo local, cerrado con una excelente volea de Rakitic que puso el 4-1 en el marcador.
Luis Muriel anotó en tiempo de compensación para el marcador definitivo 4-2.
El Barça recuperó el liderato y perdió a Messi. Cara y cruz de una jornada que no fue cualquier cosa alrededor de un club que vivió un sábado fuera de lo normal. Un sábado que acabó con todo el barcelonismo suplicando lo mismo en voz baja: que la lesión de Messi fuera lo menos grave posible.