Redacción – El Barça apostó por él, como extremo, como jugador diferente, y dos años después le sigue queriendo en el equipo. Así se lo han dicho al jugador y sus representantes, desde Abidal hasta Bartomeu . Y le han recordado a Moussa Sissoko que la cláusula de rescisión del jugador es de 400 millones. Si el Bayern o un club de la Premier le quiere, este es el precio.

A pesar de sus dormilonas, sus despistes o alguna chiquillada poco profesional, no son motivo para quererle vender. Y, menos aún, mal vender. Futbolísticamente, Valverde sabe como nadie de la irregularidad del delantero francés. Un día puede ganar un partido y medio Balón de Oro, y a la jornada siguiente regala dos pelotas tontas al rival que te cuestan gol y medio.

El factor donde Dembélé debe madurar, dentro del terreno de juego, es encontrando un promedio de rendimiento fiable, que una mala noche en el regate no se convierta en un suspenso. Pero sus compañeros también deben ayudarle en el campo con menos resoplidos, bufidos y aspavientos. También sobraron palabras públicas de Piqué o Rakitic o incluso Aleñá , que, pretendiendo ayudar al jugador, le hicieron sentir el patito feo del grupo. Es trabajo de todos encauzar un talento así.