Redacción – Sergio Busquets no recuerda una situación igual. Desde que Pep Guardiola le diera la alternativa un 13 de septiembre de 2008 (1-1 frente al Racing en el Camp Nou) no se entiende un Barcelona sin la presencia, trascendencia, ascendente y liderazgo del mediocampista catalán, que esta temporada, la 12ª en el primer equipo, ha visto cómo su condición de indiscutible se tambalea peligrosamente.

Es cierto que ha participado en 8 de los primeros 10 partidos oficiales y que en 7 de ellos fue titular, pero solo ha completado 3, la cifra más baja desde 2009, suma 563 minutos de 900 posibles, el minutaje más bajo desde el mismo 2009, y tras quedarse en el banquillo sin jugar en Bilbao y Granada los dos últimos encuentros frente a Inter y Sevilla le han marcado de manera indiscutible.

A Busquets le sustituyó Arturo Vidal en el duelo contra el Inter, apenas comenzar la segunda parte, perdiendo el Barça por 0-1 y el cambio revolucionó un partido que acabó ganando el equipo azulgrana por 2-1. Después, el domingo ante el Sevilla, se vio relegado por tercera vez al banquillo y solo ingresó en el campo ya avanzado el segundo tiempo, con 3-0 en el marcador y con un papel secundario impensable en tiempos pasados. Valverde repite que tiene muchas opciones en el centro del campo, que habrá minutos para todos y que los jugadores deben acostumbrarse a los cambios, pero contemplar el protagonismo decreciente del canterano no deja indiferente a nadie. Señalado por los puristas para formar línea media con Arthur Melo y De Jong, la brillantez y autoridad que se le suponía al trío apenas si se ha dejado ver en el partido frente al Valencia, evidenciándose en Dortmund (donde fue sustituido) o Getafe la dificultad creciente que tiene Busi en conjuntarse con dos peloteros que pudiendo ser los herederos de Xavi e Iniesta no acaban de hacerse con él.

Se entiende con el brasileño, aunque en no pocas ocasiones le come el terreno, y busca al holandés, demasiadas veces muy alejado de él en el interior y cuyo papel crece, precisamente, en su puesto de mediocentro. No es extraño, a partir de ahí, que a los elogios, evidentes, que dedica a Frenkie añada cierta melancolía con un discurso poco concluyente al referirse a un futuro menos certero de lo esperado.

No es el mismo este Busquets de 2019 que el de una década atrás, cuando con apenas 21 años y un curso en el primer equipo, rivalizó hasta ganarle el puesto a Yaya Touré después de dos temporadas juntos tras las que el marfileño entendió la imposibilidad de hacer sombra a un canterano que a partir de ahí se convirtió en insustituible. Lo fue para Guardiola, su mentor, para Vilanova, Martino, Luis Enrique y Valverde… Aunque ya no tanto.

“No seré un futbolista con papel secundario en el Barça. Cuando sienta que mi ambición se desvanece o que no puedo cumplir, daré un paso al lado. No se puede predecir el futuro pero soy un fanático de los Estados Unidos y el futbol de allí me atrae”, avisó Busi en una entrevista, en abril de 2019, en la que por primera vez daba a entender que aún manteniendo contrato con el club azulgrana hasta 2023 empezaba a plantearse una salida al modo de Xavi o Iniesta, sus dos socios legendarios en el mejor Barça de la historia.

Si en 2016 su pensamiento solo pasaba por un Barça del que advirtió en una recordada entrevista con ESPN Deportes “solo Guardiola me podría sacar”, al cabo de tres años las cosas han cambiado de tal manera en el Camp Nou que ya no es imposible sospechar que el mediocentro pueda barruntar una idea distinta.

Los primeros diez partidos de este curso invitan a la duda. Si la caída de Ivan Rakitic (solo un partido como titular y 188 minutos jugados contra 773 minutos y 8 titularidades hace un año) ha sido bestial, la pérdida de protagonismo de Busquets también llama la atención comparándolo no solo con el pasado curso, sino con los ocho anteriores, cuando nunca bajó de los 600 minutos en esos primeros diez partidos de la temporada y siempre fue por motivos de descanso.

Se perdió tres en la temporada 2010-11, el primero por acabar de regresar de vacaciones tras el Mundial y los otros (frente a Hércules y Mallorca) dos por descansar y ocupar su lugar Mascherano; en la 2011-12 ocupó su puesto Thiago en la Supercopa contra el Real Madrid y Xavi en la Champions ante el BATE Borisov, mientras que en la 2013-14 fue suplente de Song en Málaga y Martino le dio descanso (no fue convocado) en Vallecas.

Luis Enrique también le dio descanso ante el APOEL en la temporada 2014-15 y ante el Athletic, en San Mamés, en la Supercopa de España de la 2015-16 al jugarse tres días después de la Supercopa de Europa contra el Sevilla en Tiflis tal como un año después cuando su lugar lo ocupó Rafinha en Leganés. Pero en los dos primeros cursos con Valverde no se ausentó en ninguno de los primeros diez encuentros del curso, rozando los 800 minutos. Hasta que coincidiendo con el aterrizaje de De Jong su papel ha cambiado.

Ahora, concentrado con la selección, se abstrae de este comienzo de temporada tan inhabitual en un Barça que poco a poco va aparcando los cromos de su época más gloriosa. Sólo él, Piqué y el intocable Messi se mantienen desde hace diez años en un equipo que va mutando y reinventándose como buenamente puede por el inevitable paso del tiempo. Y después de las despedidas de leyendas como Puyol, Xavi, Valdés, Iniesta, o Alves puede pensarse, temerse, que el final azulgrana de Sergio Busquets esté más cerca que lejos.