Redacción – Le vio las orejas al lobo el Barcelona y frente al Villarreal corrigió sus errores. Si ante el Granada, en la anterior jornada, encajó un tanto en el minuto dos después de una calamidad de Junior –“no podemos entrar así a los partidos”, lamentó entonces Suárez-, contra el equipo amarillo se adelantó, a partir de un córner, también cuando el partido alzaba el telón. Un cambio de actitud y sobre todo de fútbol que ratificó al Barça en el Camp Nou, ahora que fuera de casa es una calamidad.

Se dudaba de la conexión de Messi con Griezmann en el césped y el argentino demostró que a él lo que le gusta es ganar y que para hacerlo ha de mezclar con los mejores. Así, sus diagonales casi siempre acababan en una apertura al costado, al francés, que o bien se la devolvía o se la ponía a Junior, que doblaba cada dos por tres. En una de esas, el balón acabó en Luis Suárez y de ahí a Griezmann, que le pegó secó pero se topó con la maraña de piernas rivales. Antes, en cualquier caso, ya había dejado su marca porque en un córner a pierna cambiada sacado por Messi, corrió al primer palo para peinar el esférico y enviarlo al fondo de la red para pasmo de Asenjo. Una alegría que el equipo azulgrana repetiría poco después Arthur, pues, raro en él, recibió en la zona de tres cuartos y soltó un obús que hizo un pequeño extraño para acabar en gol.

Demasiado timorato, el Villarreal trato de corregirse tras encajar dos tantos al estirar las líneas e intentar jugar en campo contrario antes que basarse únicamente en las contras. Pero no se salió de inicio con la suya, bien ordenado y sobre todo con las líneas compactas como jugaba el Barcelona. Pero se rebeló Cazorla, que enganchó también un disparo lejano con la zurda y Ter Stegen se lo tragó al intentar salir en los flashes con una palomita innecesaria porque el balón entró por el centro de la portería. Toda una losa para el Barça, que ha encajado gol en los primeros disparos del Betis, Osasuna, Valencia y Villarreal.

Pretendió el Villarreal ponerle una marcha más al duelo en el segundo acto, justo cuando Messi se quedó en la caseta por una nueva molestia muscular de la que todavía no hay valoración médica. Salió Ekambi para dar verticalidad, pero las filigranas y la velocidad las puso Dembélé, todo un torbellino por la derecha. Para su infortunio, ni Griezmann ni Suárez atinaron al rematar sus centros. Y, cuando el equipo de Calleja parecía amenazar el triunfo azulgrana, Valverde decidió poner a De Jong para ponerle un poco de cloroformo al juego, al menos en el centro campo para no perder balones comprometidos. No solo eso, sino que el técnico, intervencionista, también puso a Dembélé y Fati por Leo y Suárez y el Barça resultó un tormento con las carreras por el costado, pero nadie pudo poner el gancho a sus centros.

Nada grave porque el Villarreal, aunque voluntarioso, ya no volvió a poner en compromisos a Ter Stegen. Triunfo de un Barça con mejor cara y, sobre todo, con varias versiones.