Atlético de Madrid logra polémico triunfo ante Espanyol

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Partido polémico el que firmaron el Atlético de Madrid y el Espanyol en el Wanda Metropolitano. El equipo colchonero ofreció una actuación de dos caras ante un buen Espanyol en el Wanda Metropolitano. El de la primera mitad, plano, inofensivo, casi deprimido. El de la segunda, dinámico, ofensivo y más vertiginoso. Un partido mediatizado por la escandalosa actuación arbitral de Figueroa Vázquez. Primero para echar de forma más que discutible a Kondogbia y luego para señalar una mano de Raúl de Tomás en el área que fue señalada como penalti y que transformó Carrasco para el 2-1.

Ante él, un buen Espanyol que tuvo buenas ocasiones, en cada parte, pero en la que le faltó acierto o le sobró Oblak, que se marcó tres paradones clave que explican por qué el cuadro catalán no se llevó más botín. Bueno, eso y la rebeldía de Carrasco, que revolucionó a los suyos saliendo desde el banquillo. El belga sabe que ha perdido espacio su espacio y quiso recuperarlo con un partidazo.

La primera media hora de juego dejó a un Espanyol más afinado, más metido en el partido y con las ideas claras. Enfrente, un Atlético plano, plomizo con la tarde en Madrid, muy calurosa, aparentemente desgastado por lo de hace unos días ante el Manchester City. Pareciese que los de Simeone habían vaciado toda su pasión en el conato de remontada y el equipo colchonero, en la primera mitad, estuvo desfondado e inofensivo. Por su parte, el Espanyol, plenamente asentado en la zona de tranquilidad, estaba serio, bien asentado en este arranque y sin pasar apuro alguno.

El Espanyol dio el primer susto de la tarde, en un saque de esquina que Cabrera cabeceó a portería. Oblak tuvo que hacer una intervención exigente en la que despejó a córner. El uruguayo remató solo adelantándose a los marcadores rojiblancos que estaban a otra cosa.

Del Atlético no hubo una ocasión merecedora de llamarse como tal, hasta el minuto 35. Un pase larguísimo de Kondogbia, desde su propio campo, le sirvió a Joao Félix para adelantarse el esférico de cabeza y ganarle unos metros a Calero. Se plantó en el pico del área pequeña pero su remate con la izquierda, muy forzado por su pelea con el zaguero, se marchaba alto.

Poco más pasó en lo deportivo en la primera mitad, una falta botada por Raúl de Tomás que golpeó en la barrera, dos lesiones, una de Lemar y otra de Óscar Gil; y un pisotón de Cabrera a Joao Félix en el área que fue reclamado como penalti por el Atlético. Una de esas acciones que al principio de temporada se pitaban, de esas que si te señalan sólo puedes enfadarte pero poco más. En este caso, ni el colegiado ni el VAR le dieron más trascendencia. Y eso que el luso tendría que salir poco después del partido, tocado por dicho pisotón.

El descanso dejó un cambio obligado en cada uno de los equipos (Griezmann por Lemar; Vidal por Gil), además del ingreso de Cunha y Carrasco por Vrsaljko y Lodi).

Tras una primera mitad soporífera, el partido despegó. Un intercambio de oportunidades en el que Darder fusiló a Oblak en un paradón del esloveno que evitaba el 0-1. Y acto seguido, un ataque rojiblanco en el que Cunha filtraba un pase a Carrasco, éste recortaba y batía por bajo a Diego López. La diferencia de la contundencia.

El partido entró en un nuevo escenario. Vicente Moreno introdujo en el campo a Morlanes y Melendo; y Simeone a Reinildo por Lodi para darle más consistencia a la defensa una vez que su equipo se había puesto por delante.

Se podría decir que los cambios marcaron el destino del partido. Los del Atlético le dieron al equipo esa energía, brío y lucidez ofensiva que no había tenido de inicio. Mientras que los del Espanyol no le dieron a los catalanes las soluciones que esperaban. Pero aún faltaba un giro de tuerca en el argumento.

En los últimos tiempos, no hay partido del Atlético de Madrid que no tenga su pertinente cuota de surrealismo arbitral. Ya da igual el colegiado que esté delante. Da lo mismo. El encuentro disputado en el Wanda Metropolitano dejó una buena muestra de ello. Una decisión de Figueroa Vázquez, surrealista a todas luces, cambió el panorama del partido. Del todo a la nada para los de Simeone ante un Espanyol que quizás lo había merecido desde lo deportivo, pero que no lo había obtenido porque Oblak se lo había negado.

El caso es que, el partido, que parecía tenerlo encarrilado el Atlético de Madrid, saltó por los aires en el 72’. Darder intentaba rematar al borde del área, el balón rebotaba en Felipe y le tocaba en la mano a Kondogbia. El francés ya llevaba amarilla. Segunda cartulina y a la calle. Una acción en la que en el saque de falta, Raúl de Tomás ponía las tablas.

Con más de un cuarto de hora por delante en inferioridad numérica, el Atlético sacó de no se sabe muy bien dónde las fuerzas que no había tenido en la primera mitad, para rozar el segundo gol, con un disparo de Griezmann que se marchó pegado a la escuadra.

Por su parte, el Espanyol también tenía las suyas para llevarse el triunfo, con dos acciones de Wu Lei. Carrasco, para el Atlético, tuvo la última que Diego López conjuró con un paradón.

El partido parecía decidido hasta un saque de esquina final en el que Raúl de Tomás intentaba despejar pero el balón le daba en el brazo. Tras una larguísima revisión, se pitaba penalti y Carrasco marcaba el definitivo 2-1.