Este miércoles se dió un duelo de históricos. Athletic Club y FC Barcelona, los dos conjuntos más laureados de la Copa del Rey se medían en los cuartos de final en San Mamés. Una cita imperdible que comenzaba con un ambientazo desde antes de que comenzara el partido, y es que la afición bilbaína se sabía con una gran oportunidad de dejar en el camino al conjunto que se ha convertido en su auténtica bestia negra de la competición durante los últimos años, ya que les ha quitado unos cuantos trofeos ganándoles bastantes finales. Era el momento que esperaban para tomarse su revancha.
Y se notó que ese sentimiento se contagió en el equipo. Salieron mordiendo los jugadores del Athletic y, a los 40 segundos, con la pasividad defensiva que han mostrado durante toda la campaña los culés, Guruzeta recogía un balón en el área y anotaba el primer gol del encuentro. Se les ponía todo de cara, estaban cómodos, juntitos y ordenados mientras tocaba el Barça. Lo tenían todo bajo control hasta que un despeje de Yuri rebotó en Robert Lewandowski y se coló en la portería. Jarro de agua fría que los descolocó. Tanto fue así que, apenas cinco minutos después, Lamine Yamal cogería la pelota en la derecha, se fue para dentro y la colocó cerca del palo para consumar la remontada. Mucho castigo y golpe psicológico para los locales. Pero tenían un segundo asalto con su afición apretando.
La segunda parte fue otra historia. Los de Ernesto Valverde salieron enchufados y, como pasara al inicio del partido, los culés lo hicieron dormidos, así que pasó lo mismo. Esta vez no fue a los 40 segundos, pero sí casi cuatro minutos después de salir de vestuarios cuando Sancet remataba de cabeza un gran centro de Nico Williams para poner el empate en el luminoso. A partir de ahí, el duelo fue un monólogo rojiblanco y empezaron a acumular ocasiones de gol, eso sí, las dos más claras las tuvo Lamine Yamal a la contra y delante de Agirrezabala, pero mandó las dos fuera. El tiempo reglamentario moría con empate y nos íbamos a la prórroga.
En ella, parecía que los azulgranas salían mejor, teniendo la pelota y moviéndola de un lado a otro, pero fue un espejismo. Otra vez apretó San Mamés y sus jugadores se sintieron espoleados. Pudieron haber marcado antes, pero no fue hasta el descuento de la primera parte del tiempo extra cuando Iñaki Williams ponía el tercer tanto al recoger el rechace a un palo que había dado él mismo. Fue una locura, pero el éxtasis vendría en el último minuto de la eliminatoria. El Barcelona no podía, no conseguían generar nada y estaba hundido físicamente, de lo que se aprovecharon los locales. Nico Williams, en el 120, ponía el 4-2 definitivo y certificaba el pase del Athletic a las semifinales de la Copa del Rey. Y es que este duelo de reyes, fue para el Rey León.