Redacción – Sonaba la campana avisando a los corredores de la última vuelta que les quedaba de las ocho previstas al circuito final del Tour de Francia en los Campos Elíseos y el pelotón a todo velocidad enfilaba los últimos kilómetros de la 106ª edición de la carrera, dejando tras de sí muchas alegrías, pero también momentos de dolor, pues de todo hay en una grande como el Tour.
Mientras, Egan Bernal, de amarillo impoluto, iba protegido por sus compañeros de Ineos, como llevándole en volandas a abrazar una gloria a la que llamaba este pasado sábado a su puerta después de agarrar el amarillo en el techo del Tour, en el Col del Iseran, de 2.770 metros, pero le quedaba cruzar el umbral. Trámite, sí, pero había que realizarlo.
Tras el tradicional brindis con champagne y todas las fotos de rigor, con Egan Bernal y sus compañeros en Ineos como principales protagonistas, el pelotón se ponía serio para lograr la victoria en el último asalto del Tour de Francia. Hay quien dice que es la victoria más importante del Tour. No sé. París es París, pero ser el mejor al sprint en el último acto del Tour tiene el hándicap de verse relegado a un segundo plano tras el flamante ganador del Tour.
Como es habitual se formó un grupito en cabeza de carrera a la búsqueda de una escapada imposible, entre los que se encontraba el español del Astana Omar Fraile, el último ganador español de una etapa en el Tour el año pasado. Fueron devorados por la voracidad del grupo, como también lo fue Van Avermaet en su intento.
Bajo una luna que le iba ganando ya terreno al sol, el noruego Boasson Hagen lanzaba un ataque demasiado lejano. Una de aquellas intentonas que ya se antojaba complicada a poco más de 200 metros. Sus rivales se lo imagen a merendar con una facilidad pasmosa. El holandés Dylan Groenewegen lo intentó por la izquierda del noruego y el australiano Caleb Ewan por la derecha.
Este último progresó con una fuerza descomunal viniendo desde atrás y logrando la que era su tercera victoria en este Tour, tras las conseguidas en las etapas 11 y 16.
Metros más tarde y con el freno puesto llegaban el ganador del Tour, Egan Bernal, y su compañero en el Ineos y segundo clasificado, Geraint Thomas, el ganador de 2018. Lo hacían señalándose el uno al otro, como diciendo el galés “sé que eres mi relevo, te cedo el testigo”, y el colombiano agradeciendo el apoyo y el compañerismo que ha demostrado en todo momento Thomas. Sin duda, ésta fue la foto deportiva del Tour, la que quedará para la historia.
Pero también hubo otra foto, la de un emocionado Egan Bernal besándose y abrazándose con su hermano, madre y novia. Entre lágrimas, y no era para menos. Acababa de hacer realidad su sueño y el de cualquier joven ciclista, convirtiéndose en el primer colombiano que gana el Tour y en el campeón más joven de la ‘Grande Boucle’ en vestir de amarillo. Lo que logra en su segundo Tour y en su segunda grande, y con solo 22 años. El presente y el futuro tienen son suyos.