Redacción – Decía el mítico Juan José Castillo, que en paz descanse, que no se puede usar la palabra fracaso en deporte porque cuando un deportista lo da todo, no hay fracaso. Pero a uno se le hace difícil no calificar como fracaso la temporada del Real Madrid que a 5 de marzo está fuera de todas las competiciones. Fracaso porque la sensación es que nadie en el club blanco lo ha dado todo. Empezando por la cúpula que desestimó el fichaje de un delantero goleador tras la marcha de Cristiano y acabando por los jugadores, no todos, que no han estado al nivel de lo que se espera de ellos durante buena parte de la campaña anteponiendo en varios casos el egoísmo, los intereses personales al equipo.
El fracaso blanco comenzó a gestarse tras la marcha de Cristiano y Zidane y culminó con el adiós a la Champions en octavos de final. El Real Madrid se ha despedido en seis días de Copa, Liga y Champions. O lo que es lo mismo, de todo. Algo inimaginable pero que se hizo realidad ante el Barça y el Ajax. Dos equipos de filosofía similar que han dejado en evidencia a un Real Madrid que es un quiero y no puedo. Quiere jugar y en ocasiones lo hace bien, pero no puede ganar porque no tiene lo que más vale en el fútbol: el gol.
¿Y ahora qué? Pues crisis, mucha crisis y dudas, muchas dudas. Una travesía por el desierto hasta el verano cuando comience que Florentino Pérez debe saber gestionar para que la situación no se vuelva en su contra y las miradas de la afición pasen del terreno de juego al palco. Es el turno del presidente para renovar la plantilla con fichajes de relumbrón, empezando por el entrenador porque Solari ya tiene claro, si no lo tenía mucho antes, que no seguirá.
Florentino sabe que de be devolver la ilusión a una afición que se fue muy enfadada del Bernabéu tras el adiós a la Champions. Una despedida agria que comenzó a fraguarse en el minuto ocho con el 0-1 del Ajax, obra de Ziyech que aprovechó un pase de Tadic –que sacó petróleo de un fallo de Kroos– para marcar. Silencio en un Bernabéu que en el minuto cuatro casi celebra un gol de Varane, pero lo impidió el poste. El Ajax, liderado por un sublime De Jong, tenía el partido donde quería ante un Madrid al que le entraron las prisas y que atrás, sin Ramos, era una feria. El Real lo intentaba, pero no podía. No sólo eso, si no que se encontró con el 0-2 en el minuto 18. Otro fallo blanco que aprovechó Tadic para ponerle el balón a Neres que batió a Courtois. Desolación blanca que fue a más cuando se lesionaron Lucas y Vinicius en apenas cinco minutos. Entraron Bale y Asensio, pero el gol seguía sin llegar con el galés enviando un balón al poste en los últimos minutos de la primer mitad.
El Real Madrid, como no podía ser de otra manera, salió a por todas tras el descanso buscando la remontada, lo que le dio al Ajax muchos espacios arriba para sentenciar el duelo, cosa que sucedió en el minuto 62 con el 0-3 de Tadic. Un gol que no subió al marcador hasta el minuto 66 tras la revisión del VAR por un posible fuera de juego que no fue. El desastre blanco era total, absoluto. El rayo de esperanza para lo puso Marco Asensio en el minuto 70 con el 1-3, pero fue espejismo porque a los dos minutos, en el 72, Schone marcó el 1-4. La afición, harta de ver lo que estaba pasando, comenzó a marcharse tras ese tanto. De ahí al final, muchos intentos del Madrid –que acabó con 10 la expulsión de Nacho en la prolongación– al que por no quedarle, ya no le queda ni la épica y con esta eliminación regresa a 2010, la última vez que cayó en octavos de la Champions ante el Olympique de Lyon. Ahí es donde está ahora mismo este Real Madrid que en seis días negros lo ha perdido absolutamente todo y ha entrado en una crisis que ni los más viejos recuerdan. Una crisis que visto, lo visto, puede llevarse por delante a cualquiera, se llame como se llame.