El Barcelona cumplió con la lógica y sacó su billete a la Final a ocho de Lisboa imponiéndose por 3-1 al Napoli en un partido centrado, otra vez, por Leo Messi, providencial en la victoria, y por el árbitraje del turco Cuneyt Cakir, que no quiso atender a una más que posible falta de Lenglet en el 1-0, anuló por el VAR un posible 3-0 al capitán azulgrana y señaló dos penalties, uno por bando, entendiéndose inverosímil que tuviera que acudir al VAR para atender al sufrido por Leo.
Messi empujó al Barça hacia Lisboa, incluso dolorido en la segunda parte, después de un primer tiempo en el que apareció, como siempre, en el momento oportuno. Y lo hizo alejando del plano en la medida de lo posible las dudas que se contemplan a la vista del irregular, poco trenzado y cansado juego del equipo azulgrana
Contundente en el remate, el equipo azulgrana marcó la diferencia a partir de su solvencia en ataque y tras sobrevivir a un comienzo de infarto. No se había llegado al segundo minuto de partido cuando una llegada por banda del Napoli acabó con el balón en pies de Mertens, escorado y después de dos rebotes desafortunados en Semedo y Piqué. Su remate, mordido e inesperado, sorprendió a Ter Stegen, estrellándose en la cruceta y avisando de lo que podía venírsele encima a los de Setién.
De hecho ese aviso fue la puerta de entrada a nueve minutos preocupantes, con el Napoli controlando, atrevido y marchando al ataque con una fortaleza preocupante… Y que se acabó a los nueve minutos, cuando un corner botado por Rakitic lo cabeceó a la red Lenglet. Pudo existir falta en ataque, no lo consideró el árbitro a pesar de las protestas italianas y el choque entró en una nueva dimensión.
Se fue asentando, sin brillantez pero con intensidad, el Barça y perdió cierta frescura el Napoli, hundido de pronto a los 23 minutos ante la magia de Messi, que de una jugada inverosímil se inventó un remate sensacional, levantándose de una caída, rodeado de rivales y logrando el 2-0 que parecía dejar KO a los de Gattuso.
Más aún cuando a la media hora debía llegar el tercero, otra vez de Messi y tras recibir un centro magnífico de De Jong pero que fue anulado por medio del VAR, en su primera intervención, segunda polémica de la noche.
Agotándose el primer tiempo llegó la jugada llamada a ser definitiva, con Leo, omniprensente, rovbándole el balón a Koulibaly en el área italiana y recibiendo un tremendo patadón del zaguero. Un penalty clamoroso e inexplicablemente señalado solo después de que el árbitro lo comprobase en el VAR y que, con el capitán renqueante, transformó Suárez.
¿Sentencia? Error. Lo tenía todo hecho el Barça, goleando sin brillantez pero con solvencia gracias a su acierto en el área rival cuando acabando el tiempo añadido Rakitic empujó a Mertens, levemente quizá, pero suficiente para que el turco Cuneyt Cakir señalase penalti, que transformado por Insigne devolvió un hilo de esperanza al Napoli.
Más claro en el marcador (3-1) que en el juego, con una posesión prácticamente dividida mitad por mitad entre ambos equipos, el pase daba la impresión de estar en manos absolutas del equipo de Setién, obligados los de Gattuso a estirarse y entendiéndose que los locales debieran bastarse con defenderse lo más lejos posible de su área y mover el balón con calma.
Y sin embargo sufrió en el campo el Barça. Se fue arriba con todo, con atrevimiento y sabiendo que no podía hacer otra cosa, el Napoli y sobrevivió incómodo el conjunto azulgrana, superado en la posesión por los de Gattuso, que avisaron hasta en tres ocasiones, a los que se anuló un gol (correctamente) por fuera de juego y que con todo en contra no arrojaron la toalla hasta el último suspiro aún sabiendo la dificultad enorme de la empresa, convertida en imposible por medio de Ter Stegen, quien si no, acompañante mayúsculo de Messi en este equipo.
El Barça estará en Lisboa. Cumplió con lo esperado y repetirá en los cuartos de final por 13ª temporada consecutiva. Del juego ya se hablará en otro momento porque a ello no quiere referirse nadie en el seno del club azulgrana. Mantenido por Messi sobrevive pdro habrá que ver si ante el poderoso Bayern le basta para no arrodillarse de mala manera como en Roma o Anfield.