Redacción – Tras la cita de Le Mans Jorge Lorenzo ha calcado su inicio del pasado año en su última campaña con Ducati, ronda de la que salió también de Francia 14º en la tabla con 16 puntos acumulados. Estaba en un punto común de resolver su incomodidad sobre la moto, probando silletas y depósitos que le permitieran un mejor agarre con las piernas y no hacer todo el esfuerzo con los brazos.

El test de Barcelona que se celebró antes de Mugello fue clave pata hallar las soluciones y en cuanto se encontró a gusto sobre la Ducati encadenó victorias en Mugello y Catalunya. Para entonces Claudio Domenicali, CEO de Ducati, ya le había mostrado la puerta de salida y Alberto Puig, el team mánager de Repsol Honda, la puerta de entrada. Esta vez no tendrá ese comodín extra del test y lo tiene que resolver durante un Gran Premio por no hablar que físicamente sigue lejos de estar en su óptima forma.

“No puedo comparar la situación con el año pasado porque estaba sano al cien por cien y con un año de experiencia. Ahora no es así”, contestaba Lorenzo en Le Mans.

“Evidentemente no estoy para celebrar algo importante, aunque haya hecho la mejor posición de la temporada, 11º. Lo importante es que estamos más cerca de los más rápidos. Quizás en Qatar acabé más cerca, pero la carrera fue más lenta. Aquí hemos estado más cerca en la vuelta rápida, a 7 décimas. Por primera vez hemos quedado delante de Nakagami, que ya conoce la moto desde hace dos años, y no muy lejos de Crutchlow, que lleva cinco años en Honda. Y en las primeras vueltas he asomado la cabeza y no hemos estado lejos. Necesitamos tiempo, va a ser un objetivo difícil y largo, pero se está viendo la progresión”, explicó el mallorquín al respecto de sus pequeños progresos.

Y en un ejercicio de sinceridad relataba la situación: “No voy a hacer una fiesta porque sigue siendo una posición mala, que no refleja ni mi palmarés ni la historia de la marca que represento, pero hay que entender la situación que he pasado en pretemporada y entender qué moto estoy llevando”.

“La Yamaha es una moto amigable para los pilotos que empiezan en la categoría, la Honda siempre ha sido una moto especial y difícil. Quitando el resultado, este fin de semana me he peleado con pilotos que están delante como Morbidelli o las Ducati y a final de carrera tenía un ritmo similar a Rins. Y en las carreras anteriores ni podía medirme a ellos”, explicó.

“Repito, la Honda es una moto difícil y que se pilota lo opuesto a la Ducati. Tienes que abrirte mucho, empezar a inclinar antes y mucho en la curva. Estamos haciendo progresos en piezas de ergonomía y yo saco cada vez más provecho, pero es un proceso largo. El resultado es lo único negativo, pero me voy con más convicción de que lo puedo hacer, pero sé que será largo. Es difícil encontrar el secreto a esta moto, pero es cuestión de tiempo. De un día a otro iré rápido”, expuso.

Su problema, como el del resto de los cracks, se llama Marc Márquez que está campando a sus anchas con una moto parida por HRC a su imagen y semejanza y que esta en el primer tercio de su séptima campaña sobre la RC213V.

El campeón explicaba en Le Mans que “Lorenzo es de esos pilotos que de un día para otro se despierta, pero sí que de momento su adaptación está siendo un pelín rara. De golpe hace un cuarto, un 31 en el FP2 y luego le cuesta en la carrera, aunque no sé qué le ha pasado. Estoy seguro de que va a desperar cuando menos lo esperemos”.