El grito homofóbico podría dejaría a México fuera de las próximas dos Copas del Mundo

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Los seguidores del fútbol mexicano pueden argumentar que su selección varonil es la más popular en dos países. Sería entonces un golpe incomprensible para ellos si el Tri se queda sin Copa Mundial en los próximos dos ciclos del torneo a causa de una tradición controvertida nacida en sus tribunas.

Durante la mayor parte de dos décadas, algunos de los seguidores del Tri en estadios mexicanos y estadounidenses suelen gritar una grosería «¡Ehhh, pu…!» a los arqueros rivales. Dicha palabra, al tener conotación a la homosexualidad, tiene varios significados, entre ellos «prostituto» y «sodomita», según el contexto. En México, el término es un insulto sinónimo de cobardía, una vulgaridad que la comunidad LGBTGQ+ considera ofensiva.

La Federación Mexicana de Futbol (FMF), organización a cargo de todas las selecciones que representan al país, por años ignoró el tema, incluso cuando la FIFA comenzó a castigarla por el comportamiento de sus seguidores. La FMF ha sido multada 15 veces desde la Copa Mundial de Brasil en 2014 por el grito. A pocos días de recibir la sanción más fuerte por el grito, dos partidos de local a puerta cerrada, la federación teme que los aficionados del Tri provoquen consecuencias más devastadoras si se sigue coreando la grosería en la Copa Oro, torneo de la CONCACAF que arranca este fin de semana en Estados Unidos.

La FMF redobló sus esfuerzos mediáticos contra el grito tras recibir el más reciente castigo de la FIFA el 18 de junio, luego que el comportamiento resurgiera en el preolímpico de la CONCACAF el pasado marzo, y al considerar que sanciones subsiguientes incluirían una expulsión del Mundial de Qatar el próximo año.

«El grito, además de ser discriminatorio, nos está alejando de las competencias de FIFA», dijo Yon de Luisa, presidente de la FMF, en una conferencia de prensa realizada en junio. «Lo que para algunos es divertido, ¿qué creen? les tengo noticias, no lo es».

En esa ocasión, el mismo De Luisa mostró lo difícil que ha sido erradicar el grito del léxico mexicano en los estadios. El mandatario de la FMF dijo la palabra en voz alta mientras exigía a los seguidores del Tri que no la enunciaran.

«El fútbol mismo es un medio para lograr el cambio, y necesitamos darnos cuenta del impacto de nuestras palabras», dijo Janelly Farías, seleccionada nacional mexicana y atleta abiertamente gay. «Cuando la gente usa lenguaje homofóbico, aunque sea con intención o no, puede ser muy perjudicial».

Es poco probable que la petición emitida por De Luisa, o las prohibiciones de público impuestas por la FIFA, mismas que afectarían partidos de eliminatoria ante Jamaica y Canadá, acaben por completo con el grito. A lo largo de los años, los que persisten con el grito argumentan que es parte de la cultura deportiva del país, que no conlleva odio hacia las personas homosexuales cuando lo utilizan en el estadio.

Además, una percepción de hipocresía de la FIFA al castigar a México, pero mantenerse en silencio ante las leyes que oprimen a las comunidades LGBTQ+ en Rusia y Qatar, la sede mundialista más reciente y la próxima, respectivamente, ha provocado mayor resistencia.

Varios jugadores de la Selección Nacional vuelven a hacer una petición para que los aficionados dejen de hacer el famoso y tan criticado grito homofóbico.

«El contexto y la connotación son cosas muy importantes», dijo Valeria Moulinie, aficionada mexicana de 33 años que reside en la zona metropolitana de la Ciudad de México. «Es obvio que la gente no le está gritando a los porteros porque piensan que todos son [homosexuales]. La FIFA se está subiendo al tren de lo políticamente correcto. Creo que es patético que por un lado tengan un Mundial en Qatar y por el otro, castiguen a la afición por un grito que ellos perciben como discriminatorio».

Los activistas LGBTQ+ del país insisten que la intención del grito es irrelevante, sobre todo en un país en cual los crímenes de odio realizados ante las comunidades marginadas aumentan a ritmo alarmante.

«La palabra significa lo mismo [en todo México]», dijo Enrique Torre Molina, activista y cofundador de Colmena 41, organización dedicada a la visibilidad LGBTQ+ en México. «Tiene una connotación nefasta y homofóbica en todos los sentidos. Para muchos hombres homosexuales, es la última palabra que escuchan antes de ser atacados o asesinados».

El grupo Letra Ese reportó el año pasado que 117 personas LGBTQ+ fueron asesinadas en México en 2019 debido a su sexualidad o por su identidad de género. La Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), parte del gobierno mexicano, informó que el país fue el segundo más violento para la comunidad LGBTQ+ en Latinoamérica entre 2008 y 2020, solamente detrás de Brasil. Siete de 10 personas de esta comunidad reportaron sufrir discriminación en algún momento, según los resultados de una encuesta nacional.

«Nunca sabes quien podría sentirse insultado o lastimado por lo que dices», dijo Farías.

El ex portero mexicano Oswaldo Sánchez confirmó en 2019 que fue el primero en recibir el grito en 1999, cuando se enfrentó a su ex equipo, Atlas, con su máximo rival, Chivas de Guadalajara.

Otra versión plantea que no fue hasta el 2003 cuando la afición atlista increpó a Sánchez. De acuerdo a esto, el grito se adaptó de una porra popular presente en los encuentros de futbol americano en Monterrey. Sea cual sea la versión correcta, los miembros de Barra 51, grupo de aficionados al Atlas, han tomado el crédito por popularizar el grito a nivel nacional.

Guadalajara fue la sede del preolímpico 2004 de la CONCACAF, cuya semifinal disputaron México y los Estados Unidos. En aquella noche, la afición coreó con el grito al arquero estadounidense D.J. Countess. Al anticipar cada saque de meta, los presentes en el Estadio Jalisco alzaron los brazos, sacudieron sus manos y entonaron la primera parte del grito. Al momento del saque llegaba el punto culminante, la parte vulgar del grito, coordinado en unísono.

El Tri goleó 4-0 a su rival y negó a los Estados Unidos una plaza en los Juegos de Atenas. Y en las transmisiones televisivas de ese partido en México y Estados Unidos, se escuchaba cada vez que el insulto novedoso venía de las gradas.

«El fútbol mismo es un medio para lograr el cambio, y necesitamos darnos cuenta del impacto de nuestras palabras», comenta Janelly Farías, seleccionada nacional mexicana y atleta abiertamente gay. Imago7

Para el Mundial de 2006 en Alemania, ya se había internacionalizado. Los seguidores de otros países hasta lo adoptaron en el Mundial de Brasil ocho años después (la afición brasileña lo uso en contra del Tri durante su duelo en la fase de grupos), y a la FIFA no le quedó otra más que pasar a la acción.

La organización decretó en su código disciplinario, actualizado por última vez en 2019, que «palabras o acciones derogatorias o discriminatorias que se basan en raza, color de piel, origen étnico, nacional o social, género, discapacidad, orientación sexual, idioma, religión, opinión política, riqueza o cualquier otro estatus o razón, serán sancionadas». La gama de castigos incluye multa de 20,000 francos suizos ($21,600), partidos a puerta cerrada, perder encuentros sobre la mesa, o la expulsión de competencias oficiales de FIFA.

Las multas otorgadas a la FMF por la FIFA le han costado a más de $4.5 millones de pesos ($227,000 dólares).»Existe un riesgo [de perder la sede] para el Mundial de 2026 si esto no termina ya», dijo De Luisa. «¿Cómo es posible que queramos ser sede de un Mundial si vamos a tener estadios vacíos? Esto se debe terminar en este momento».

Las sanciones, sobre todo los vetos de estadio, castigarían también a los aficionados en contra al grito, quienes pagarían caro por las acciones de otros.

«Cuando me di cuenta del poder destructivo de la palabra, me di cuenta que [gritar en el estadio] estaba mal», comentó Ángel Calderón, seguidor al Tri de 33 años de edad, oriundo de San Luis Potosí. «Tengo amigos homosexuales, y cuando hablé del tema con ellos se me abrieron los ojos».

La exclusión de México de una Copa Mundial conllevaría una pérdida económica enorme para la FMF, sobre todo al considerar cuánto dinero ha generado el Tri en los últimos ciclos mundialistas.

Cuando la clasificación de México al Mundial de Brasil cayó en duda debido a su mal paso por las eliminatorias, la FMF arriesgaba perder cientos de millones de dólares. Una ausencia en Qatar sería aún más cara.

«Mínimo, son $800 millones», aseguró Walter Franco, director de investigación y análisis en Victus Advisors, quien además ha trabajado con clubs de la Liga MX. «Pero puede ser mucho más que eso. En 2013, iban a perder alrededor de $600 millones, pero los contratos de patrocinadores y de transmisión valen más hoy en día, y también se quedarían sin mucho del dinero de los amistosos previo al Mundial al faltar interés en ellos».

Reacción lenta y un discurso doble cara

En 2016, la FMF lanzó varias campañas con el fin de terminar con el grito. Estos esfuerzos se enfocan en las consecuencias sobre la cancha, pero sin mencionar el contexto homofóbico. De Luisa calificó al grito como discriminatorio en su rueda de prensa de junio, un cambio notable en lo que se refiere a las posiciones anteriores del fútbol mexicano.

«Se tenga o no se tenga la intención de hacerlo discriminatorio, si una tercera persona se ve afectada u ofendida, tenemos que dejar de hacerlo», dijo De Luisa. «Esa ha sido nuestra postura y así tenemos que seguir».

Sin embargo, el discurso había sido muy distinto en ocasiones previas. Ex elementos de la selección, que incluyen jugadores, técnicos y directivos, opinaban que el grito no era homofóbico.

«La verdad me dio risa,» dijo Sánchez, portero titular del Tri en Alemania 2006, en su entrevista de 2019. «Yo no lo veo homofóbico, ni ofensivo. Somos mexicanos y entendemos que es una palabra para divertirse».

Tras las primeras multas de la FIFA a la FMF en 2015, Guillermo Cantú, el ex dirigente de la federación, clasifico al grito como algo único a los seguidores del Tri, aunque no en contexto negativo.

«No es discriminatorio», argumentó Cantú en 2016. «[FIFA] tiene que entender la naturaleza cultural de algunas palabras».

La FMF apeló esas primeras sanciones ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo, y argumentó que la palabra no era utilizada en detrimento a la comunidad LGBTQ+, sino como un método que podría distraer al arquero. Según la FMF, el objetivo contextual se trataba de llamarlo un cobarde, y no burlarse de su orientación sexual.

El TAS, por su parte, dictaminó en enero 2017 que la federación debía pagar las multas. Ante la posibilidad de seguir pagando por el comportamiento de algunos seguidores, la FMF produjo una serie de videos protagonizados por sus más importantes figuras como Guillermo Ochoa y Javier «Chicharito» Hernandez, quienes exigían a la afición abandonar el uso del grito.

En los partidos del Tri disputados en México y Estados Unidos, actualmente se recuerda a la afición sobre el protocolo de tres pasos instalado por la FIFA previo a la Copa Mundial de 2018. Al darse el grito durante un partido, el primer paso es pedir, vía alertas por altavoces, que no se vuelva a hacer. Un segundo paso permite al árbitro detener el encuentro momentáneamente. Un tercero resultaría en la suspensión del partido de forma definitiva. Mientras tantos, cualquier persona que sea sorprendida utilizando el grito por elementos de seguridad u otros aficionados serían expulsados del estadio.Durante la semifinal y la final de la CONCACAF Nations League, los árbitros llegaron al segundo en los duelos de México ante Costa Rica y los Estados Unidos, respectivamente.

«Es un paso en la dirección correcta», dijo Farías. «Estoy contenta que algo se está haciendo al fin, pero creo que podemos ser más directos y decir que este grito es homofóbico».

La delantera Stephany Mayor y la defensa Blanca Sierra son compañeras de Farías en el Tri femenil que además forman parte de la comunidad LGBTQ+, y han participado en activismo en pro de dicho grupo. Pese a esto, ninguna ha sido invitada a participar en las campañas mediáticas del Tri en contra del grito.

«La visibilidad es importante», dijo Torre Molina. «Es muy diferente cuando alguien que ha sido víctima de discriminación te pide tener empatía a su causa».

Existe la posibilidad que por lo menos un partido del Tri femenil sea utilizado para exonerar lo sucedido en partidos de la selección masculina. Se indicó en un comunicado enviado por la FIFA a ESPN México que «la sanción se refiere a los siguientes dos partidos oficiales de los representativos de la Federación Mexicana de Futbol independiente a su categoría».

El fin se acerca

La Copa Oro arranca este fin de semana y se disputará hasta el 1 de agosto. El torneo ofrecería las primeras señas que los castigos de FIFA y los esfuerzos de la FMF han tenido efecto. De Luisa mencionó la posibilidad de sancionar directamente a cualquier infractor que sea sorprendido gritando la palabra prohibida, pero al mismo tiempo, admitió que es difícil expulsar de forma permanente a dichos aficionados, ya que El Tri disputa partidos de local en muchos estadios distintos a lo largo de México y los Estados Unidos.

En los dos amistosos más recientes de la selección, jugados entre el 30 de junio y el 3 de julio en Nashville y Los Ángeles, el grito fue mayormente reducido, pero no desapareció por completo. Ante Nigeria, los micrófonos de la transmisión televisiva captaron el grito tras el saque de meta cobrado por Stanley Nwabali al minuto 60.

«Debemos parar esto ya. El efecto puede ser devastador para la industria del fútbol mexicano», dijo De Luisa. «Que sea la primera y última sanción que nos pone la FIFA».

El Tri fue vetado del Mundial de Italia en 1990, castigo por registrar a varios jugadores por encima del límite de edad en un torneo sub 20. El entonces presidente de la FMF, Rafael del Castillo, renunció ante el escándalo, y la selección quedó fuero de una tercera Copa del Mundo en 16 años. Luego de ese episodio, El Tri masculino ha calificado de forma consecutiva a las últimas siete Copas del Mundo.

Pero el recuerdo de aquella experiencia, al sumarse a lo que podría suceder en 2022 y 2026, ha incrementado la tensión dentro de la federación.

Mientras tanto, los activistas LGBTQ+ y algunos de los mismos jugadores que representan a la FMF esperan que la federación esté dispuesta a una discusión más directa sobre la homofobia y el machismo, con la meta de reeducar a la afición y poder acabar con el grito de una vez por todas.

«Hay un estigma cuando estas peleando en pro del cambio, de la igualdad. Hay un estigma para la gente cuando se hace aliado [a la comunidad]», dijo Farías. «Es muy difícil».

La FIFA se encuentra bajo presión a nivel internacional por permitir que Rusia y Qatar sean sedes pese a la represión LGBTQ+ que existe en esos países, y podría optar por sancionar a la FMF con mano dura para silenciar las críticas. El significado sería un castigo sin precedentes: una segunda expulsión de una Copa del Mundo para México en poco más de tres décadas.

«No sé [si llegue a eso]», dijo Farías. «En parte, quiero que la afición aprenda la lección. Pero no sé si lo harán».