Fue el entrenador de Rafa durante 27 años, en los que el tenista cosechó 75 títulos. Sus métodos de trabajo, a base del esfuerzo y el sacrificio, representaron algunas de las razones que explican el éxito de Nadal luego de casi dos décadas en el circuito internacional.
Algunos ejemplos que grafican la exigencia que Toni le imponía a su sobrino se remontan a su infancia. Las calurosas jornadas de entrenamiento en Mallorca debían ser tan perfectas como los partidos. No había margen para los errores, porque el objetivo principal era rendir al máximo en todas las actividades que se planificaban.
La preparación se basaba desde el aspecto físico, técnico y psicológico. “Era un conjunto”, explicó Toni Nadal en diálogo con Infobae con un argumento amparado en los resultados que lo llevaron a convertirse en uno de los mejores deportistas de la historia: “Él logró ser un gran jugador de tenis por saber controlar sus emociones y por su espíritu de lucha. Siempre hay un plus natural cuando uno sabe sobreponerse a las adversidades. Así como hay que trabajar el drive o el revés, también se debe enfocar en las capacidades mentales, porque son aspectos que se deben incorporar. Si se logra controlar los puntos que son ajenos al juego y a la técnica, se puede alcanzar el objetivo”.
El viejo axioma que propone premios y castigos a la producción de un aspirante fue implementado por el entrenador español con una naturalidad sostenible en el tiempo. En alguna oportunidad el propio Rafa reveló en el programa El Hormiguero que en su infancia hubo una disciplina que le sirvió para marcar su personalidad. Como la vez que se olvidó la botella de agua con la que se refrescaba en las prácticas y su tío le ordenó que durante ese día tenía prohibido beber líquidos, ni refrescarse, para que entendiera que cada causa tiene su efecto: “Esto no pasó sólo una vez. Si se olvidaba el agua, ese día no se bebía. Nadie se va a morir por no poder refrescarse. Son métodos de educación que marcan la personalidad. La adversidad cuesta, y la idea es que uno no se acostumbre a que todo vaya bien; porque si uno tiene todo servido a la larga lo paga caro. No hay una teoría perfecta, porque todas son buenas. El tema está en crear un ambiente con sacrificio para poder llegar al objetivo. Cada causa tiene su efecto, porque el talento se construye en la calma, pero el carácter se construye en la tempestad. Y esto no sólo aplica para un deportista que quiere ser profesional, sino para todas las personas”.
En el diálogo a través de Zoom, Toni se mostró reflexivo. Apeló a su memoria para destacar aspectos desconocidos en la formación de la leyenda. Esos episodios con la botella de agua no son simples anécdotas, “porque anécdotas son las que pasan de vez en cuando. Y éstas eran situaciones constantes”. “Cuando él iba a entrenarse, yo le exigía más de lo que podía dar. Le pedía que mantuviera una buena cara, porque estaba prohibido hacer cosas como romper una raqueta. Él sabía que tenía que dar el máximo en cada práctica, porque cuando uno se acostumbra a pedirle el máximo a tu cuerpo cada día, al final se llega a la meta. Hay otros que eligen otros caminos más cortos, pero no obtienen el significado de lucha”, subrayó.
Durante esa adolescencia de Rafa también se vivió una curiosidad propia de la interna familiar de los Nadal. Como su otro tío, Miguel Ángel, por esos años se desempeñaba en la defensa del Barcelona y el resto del clan se inclinaba por el blanco del Merengue, los deseos de sumar al joven tenista al club de sus amores despertó más de una discusión risueña entre los fanáticos. “Él ha sido toda la vida un gran seguidor del Real Madrid, porque le gusta mucho el fútbol. Tenía al tío que jugaba en el Blaugrana y la familia estaba dividida entre los culés y los madridistas. Creo que eligió bien”, bromeó Toni.