El Barcelona dio un nuevo paso atrás, quien sabe si definitivo, en LaLiga cediendo un empate fatal frente al Valencia (2-2) tras un partido en el que mostró, otra vez, su peor imagen. Desordenado, descabezado, impotente y sin personalidad, se estrelló ante un rival al que le bastó el orden para salir indemne del Camp Nou, donde incluso pudo ganar después de 90 minutos más de pena en azulgrana.
Empezó perdiendo, empató con fortuna, remontó… Y volvió a las andadas dejándose empatar, víctima de su propio descontrol, Habiendo conseguido lo más difícil repitió errores tan denunciados esta temporada, no sabiendo defender con el balón, no sabiendo jugar con cabeza. Y entregado a la fatalidad.
Suerte tuvo el Barça de alcanzar el descanso con igualada en el marcador. Se fue al descanso con el empate, entre polémico y afortunado, de Lionel Messi, que para alcanzar la marca histórica de Pelé, los 643 goles en un solo equipo, erró el penalti, discutido, de Gayà a Griezmann y acabó remachando con la cabeza.
Suerte porque consumó el equipo de Ronald Koeman una primera mitad desastrosa, sin orden ni concierto, en la que el Valencia perdonó, o se estrelló en Mac Ter Stegen, la ocasión de dar un golpe en toda regla.
Apareció el Barça con un 4-3-3 extraño, con teóricamente Antoine Griezmann y Martin Braithwaite de extremos y Messi por el medio, por delante de Pedri y Philippe Coutinho en función de interiores… Pero a la hora de la verdad con un atasco considerable, intentando entrar por las bandas Sergiño Dest y Jordi Alba mientras todos los demás, con la libertad absoluta de Messi, buscaban irse al centro, con mucha presencia y nulos resultados. Casi se diría que nulas oportunidades.
Al Valencia ya le iba bien el descontrol ofensivo azulgrana para mantener la calma y buscar cuando tenía oportunidad la autopista que le dejaba un rival roto por el medio. Y así convirtió en héroe a Ter Stegen, primero rechazando un obús lejano de Carlos Soler, y casi al final del primer tiempo despejando uno envenenado, cercano, de Maxi.
Y todo ello sumado a una jugada de Musa en la que Maxi le estorbó en el remate franco primero e inmediatamente después Cherisev no permitió disparar a Gayà. Las tuvo el Valencia, más allá del golazo de Diakhaby al centro de Soler, rematando solo en un despiste, otro, generalizado de la zaga azulgrana.
Mal en la combinación, peor en la colocación y pésimo en la gestión defensiva, el Barça, sorpresa de un desorden alarmante, rozó la tragedia hasta que se le apareció la suerte en el último suspiro. La suerte que provocó el empate de Messi para abrir un nuevo partido tras el descanso.
IGUALDAD
No mucho más ordenado pero sí más decidido reapareció el grupo de Koeman en el césped, entrando Frenkie de Jong (quien se quedó fuera del once según el ayudante de Koeman por molestias) por Sergio Busquets y buscando una mayor profundidad en su ataque.
Encontró pronto el premio con el golazo de Araújo, que consumó con un remate de volea precioso que acabó demostrando la extrañeza del partido, puesto que le llegó el balón después de jugarlo Mingueza en área rival. Se sospechaba la segunda remontada consecutiva del Barça esta temporada, pero era tan desordenado y falto de control el partido que igualmente se entendía imposible imaginar que el partido estuviera decidido.
Tal fue así que en una excelente jugada de Gayà, llegándose a los 70 minutos y después de casi veinte sin que se pudiera contemplar una mejoría evidente local, llegó el empate con el remate de Maxi, excelente avanzándose a Mingueza para colocar un 2-2 que volvía a poner contra las cuerdas a los de Koeman.
Quiso revelarse contra un destino marcado el Barça a base de correr, de intentar toda la profundidad que no había tenido antes y de combinar con De Jong como ancla de juego de ataque, pero se contemplaba tal desorden que se adivina imprevisible conocer el desenlace de un partido enloquecido, no rechazando el Valencia la oportunidad de buscar la contra cuando tenía ocasión.
El Barça quiso ganar… Pero no supo. Incapaz de sumar tres victorias seguidas en la Liga volvió a dejarse dos puntos por el camino para acercarse a la Navidad más infeliz que pudo imaginar. Si la Liga no está perdida, le falta apenas nada para que se pueda decir que es así.