Redacción – Leo Messi volvió a demostrar que es el mejor del mundo. Hay quien duda de su capacidad de decidir en los momentos grandes, pero en el Wanda Metropolitano volvió a desmentir esa desfachatez. El Balón de Oro es suyo. El argentino noqueó al Atlético, que en el primer tiempo había dejado escapar con vida al Barça pese a dominarlo, en parte gracias a Ter Stegen, y acabó liderando un gran triunfo del Barça, que sin jugar un gran partido desde el control, sí compitió como un campeón y suma tres puntos descomunales en el Wanda Metropolitano, donde no había ganado antes, tras un encuentro competido, con ritmo, emoción y un tiro al palo por equipo.
Los dos equipos jugaron un partido de tú a tú, con momentos para ambos. El Atlético arrolló en la primera fase, con una presión enorme sobre el Barça, incapaz de dar peligro a sus posesiones, pero Ter Stegen mantuvo al equipo con vida con dos intervenciones brutales y, ya en el tramo final del partido, roto, Messi fue haciendo estragos en la zaga atlética hasta que resolvió, desde la frontal del área, y mostró el escudo al Wanda pidiendo que dejase en paz a Griezmann, abucheado hasta el agotamiento.
Mateu Lahoz, un árbitro malo, siempre protagonista, la lió, como no podía ser de otra manera. Primero, puso el listón de la tarjeta bajo, ante la intensidad del Atlético y algunas entradas a destiempo de la zaga barcelonista. Sin embargo, pitó una falta de Piqué que interrumpió una subida de Morata, solo, hacia el área. El central tenía tarjeta y pudo ser la segunda, como reclamó el Metropolitano. Lo gracioso es que Piqué no hizo falta, sino que replegó las piernas y no tocó al delantero atlético. Mateu no acertó ni en pitar falta ni en no mostrar tarjeta, si es que había visto falta. Piqué se retiraba poco después tras un choque con Vitolo.
Las posesiones de balón del Barça dei inicio, con Rakitic como mediocentro, flanqueado por Arthur y De Jong, que fueron cambiando sus posiciones en busca de soluciones cuando las cosas no salían, eran intrascendentes, sin profundidad y con muchos problemas en cuanto el Atlético robaba el balón. El conjunto del Cholo presionaba con fuerza, robaba y salía, sobre todo por la derecha, donde Trippier era un demonio, con cuernos y todo, para un Junior completamente superado. Esas entradas y las jugadas a balón parado fueron su principal fuente de ocasiones de gol. Hasta cuatro muy claras antes de tomarse un respiro.
Al primer cuarto de hora, el Atlético había forzado ya dos córners, fruto de balones al área rechazados con problemas por Lenglet y Piqué. En el segundo de los córners, mal defendido y con rechaces defectuosos de Junior y De Jong, Hermoso tiró al palo.
Fue otra vez Hermoso, con el Barça minimizado ante el empuje rojiblanco, quien obligó a Ter Stegen a efectuar un enorme paradón. Puros reflejos ante el remate del central, solo en el área pequeña, tras un centro de Joao Félix. Y después Herrera chutaba fuera tras una pérdida de balón de Arthur en la frontal tras recibir del meta alemán, de nuevo héroe en los últimos minutos del primer tiempo en un remate abajo de Morata, tras cuyo rechace el Atlético pidió mano de Rakitic.
El Barça no asomó la nariz hasta un arranque de orgullo de Messi, que robó en defensa y la dio a Rakitic, solo en el área, cuyo remate rechazó Oblak. Y, poco después, pase milimétrico de Arthur al argentino, que ipso facto tenía dos fieras cerrándole vías de escape pese a su gran control orientado.
Con pases largos y robos de balón, el Barça empezaba a superar líneas de presión, mientras con los minutos el Atlético caía en imprecisiones. Una recuperación de Rakitic acabó en chut tremendo de Suárez, que salió fuera por poco, tras combinación con Griezmann. Tras sobrevivir a un Atlético dominador, el Barça tenía su momento y Piqué remató al larguero un córner lanzado por Arthur.
Sin haber logrado hacerse daño en el primer tiempo, aunque estuvo más cerca de lograrlo el Atlético, ambos equipos se ciñeron a sus respectivos estilos en el segundo, hasta que una salida de Sergi Roberto pilló descolocado al Atlético, pero el remate de Suárez fue defectuoso.
Griezmann, que vivió un pequeño infierno por los pitos permanentes del Metropolitano, remató alto, precipitado, un balón que le puso Messi tras una arrancada brutal del argentino después de un pase desde su portería de Ter Stegen. Y, poco después, Sergi Roberto evitaba el gol del Atlético al sacar un balón tras una jugada muy confusa en el área, con el partido descontrolado.
Y ahí apareció Messi, el mejor del mundo, que había ido de menos a más, había empezado a entrar en la zaga del Atlético, recogió un balón, se fue arriba, combinó con Luis Suárez y marcó un golazo que resolvió un partidazo.