Redacción – Valencia piensa en grande. Real Madrid, en la nada. El conjunto merengue cayó por 2-1 ante un aguerrido Valencia en el encuentro disputado este miércoles en Mestalla.
Valencia se puso serio y trabajó con intensidad, decidido a llevarse una victoria que lo acercara a un punto de la zona soñada, la de Champions League. El rival, pesado y algo lento, como lo ha hecho desde que bajó la cortina dando por ‘terminada’ la campaña con tres meses de anticipación.
Real Madrid se pasea como autómata por los campos de España esperando a que el tiempo transcurra lo más rápido posible. A veces despierta y se acuerda de que aún le quedan varios compromisos – meros trámites para cumplir – con el único objetivo de no dejarse tumbar de la tercera posición.
Porque para aspirar a segundo hay que jugar como Valencia y no como el equipo que visitó Mestalla este miércoles.
Un equipo desbordado y partido en el centro, donde Toni Kroos y Luka Modric jugaban como si se hubiesen bajado una hora antes del avión que los trajo de vuelta de la jornada internacional, y no como se espera de dos hombres que llegaban frescos tras descansar a media semana.
Un equipo errático, lento en defensa, donde Varane y Ramos hacían lo posible para cortar las llegadas del ataque de Marcelino, sin mucha más ayuda. Y no hay central que sea suficiente si no tiene quién le acompañe.
Un equipo sin gol, a pesar de las ganas y la velocidad a la contra – quizás la única fortaleza de la que pudo hacer uso en Mestalla.
Valencia, en cambio, hacía de todo. Dominaba por las bandas, donde Marcelo y Odriozola empequeñecían nada más de ver de lejos a Guedes o a Wass. También en la media, con un inmenso Dani Parejo moviendo el balón e imponiendo el ritmo del juego a placer. Y era un cuchillo en ataque. Rodrigo y Guedes. Uno por uno o en conjunto hicieron ver su suerte varias veces a Keylor Navas.
El tico, que no había perdido un solo juego de Liga hasta hoy, agradecía al cielo que los disparos del español se marcharan desviados. O esas ocasiones en que Varane llegaba a cortar casi en la línea. Hasta que se quedó sin protección y trastabilló.
Apenas cumplida la media hora de juego, Valencia se llevó el premio a sus intentos cuando Guedes, libre de marca, batió al arquero con un disparo franco. El Madrid lo vio venir, pero se quedó corto. Ramos al intentar estorbar, sin éxito, y Keylor porque no se estiró lo suficiente para atrapar un balón que debió atajar.
Madrid dejó de existir desde ese momento y hasta bien entrada la segunda mitad en que, ya con el suplente Gareth Bale en la cancha, le ganaron las prisas e intentó sacar por lo menos el empate.
Zidane, que sabía que una derrota condenaría a sus hombres al escarnio de su propia afición, envió a Isco y hasta a Mariano a la cancha para salvar la dignidad ante la mezcla de constantes fallos y la gran actuación de Neto, pues hasta en eso dio una lección el rival.
De nada sirvió. Ningún ‘revulsivo’ podía hacer la mínima diferencia. Cuando entraron al campo, Madrid ya había perdido la brújula.
Llegó la recta final y con ello, la resignación de casi todo el equipo merengue cuando Dani Parejo puso el 2-0 con un cabezazo magistral en una jugada a balón parado. Mal defendida, faltaba más.
El Madrid se hundía. Pensaba ya en las pesadillas que tendría con Guedes y Rodrigo. Con esos goles evitables y la soledad de Navas ante el mundo entero. Esperaba el pitido final como el comer. Antes de que llegara el fin de la tortura, Benzema descontó, sabiendo que servía solo para maquillar la caída de un equipo en franca decadencia.