Redacción – Pragmático y aburrido. Muy aburrido. Sin brillantez, sin Messi en su máxima expresión y rozando en ocasiones el desespero, el Barcelona se estrenó en San Paolo con un empate (1-1) que multiplica su consideración de favorito ante el Napoli… Pero que deja en el escenario una sensación de tristeza indiscutible.

Si decía Messi que no alcanza este equipo para ser favorito en Europa, su regreso a Italia lo confirmó porque dando un paso adelante hacia los cuartos de final, dio otro atrás en su imagen. Y en una noche que acabó con malas noticias. Busquets y Vidal, sancionados, no jugarán la vuelta. Y Piqué se marchó lesionado.

Plano, lento, inconsistente y falto de ambición, el juego del Barça fue deprimente, sobretodo en una primera mitad increíble, en la que no remató ni una sola vez a puerta, en la que superó el 70 por ciento de posesión de balón y dio la terrible sensación de no saber nunca qué hacer con él.

Un remate a las nubes de Messi a los 8 minutos y un centro que se envenenó de Vidal a los 44 fueron las dos oportunidades más destacadas, por decir algo, de un primer tiempo en el que al Napoli le bastó con defenderse con orden y salir a la contra con rapidez para poner el miedo en el cuerpo a un equipo que debió tener tan presente los desastres de los últimos años como la confianza en sobrevivir hasta el partido de vuelta en el Camp Nou.

El miedo se convirtió en terror a la media hora, cuando un resbalón faltal de Junior Firpo provocó el pase a Mertens y su disparo a la escuadra, ante la mirada de Ter Stegen y la incredulidad general. Y es que al equipo de Gattuso le bastaba con correr a la contra para crear un peligro que ni asomaba en el caso del Barça.

Aún tuvo incluso fortuna, cerca del descanso, cuando Manolas remató desviado un centro envenenado de Callejón, en plena depresión, en pleno desconcierto…

Apareció sin mucha más ambición en la segunda mitad el Barça, sufrió un susto de entrada… Pero tuvo la fortuna de ver al Napoli menos dispuesto a correr hacia adelante, entendiendo que ese 1-0 era magnífico y más ocupado en defenderlo… Algo que no supo hacer con acierto.

Tal fue así que en la única ocasión que no cerró la banda de Semedo, el portugués, fallón hasta la desesperación hasta entonces, corrió bien la banda y sirvió un centro magnífico para el remate franco de Griezmann, que sorprendió llegando desde atrás para lograr un empate casi sensacional a la vista de lo ofrecido hasta entonces por el Barça.

Lo que pasó, de pronto, fue que Ter Stegen fue el milagro de cada día ante Mertens primero y Callejón después, salvando el 2-1 y dando a entender que, para nada, el Barça iba a recuperar su personalidad y que el partido seguiría en ese estado de aburrimiento continuado.

Es cierto que Messi entró más en contacto con el balón y que eso se notó. También que la presión ahogaba al Napoli y que Arthur daba más velocidad en el pase… Pero lejos, siempre lejos, de lo esperado, de lo que se entendería natural.

Así fue que se acabó el partido sin apenas nada positivo que añadir. Al contrario, se fue expulsado Vidal, que tampoco podrá jugar la vuelta, y lesionado Piqué… Todo en una noche para olvidar futbolísticamente y que deja para la vuelta, en el Camp Nou, la sentencia.