Ancelotti conquista las cinco más importantes ligas de Europa

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Carlo Ancelotti, que se proclamó este sábado campeón de La Liga con el Real Madrid, se convirtió por méritos propios en uno de los mejores entrenadores de la historia.

Su trayectoria avala una forma de encarar la vida y el fútbol de la misma manera: la tranquilidad y el buen talante. Además de ser un tipo educado, afable y con inquietudes varias, el entrenador que se esconde tras esa imagen diplomática es alguien que sabe cómo tratar el talento y, sobre todo, cómo darle forma.

El propio Carletto ha admitido en varias ocasiones que, durante su etapa como jugador de fútbol, siempre fue fijándose en lo que hacían sus entrenadores. Desde su etapa en el Parma, al scudetto de la AS Roma o a la edad del oro de mejor AC Milan de la historia. En cuanto a esta última, Ancelotti se queda siempre con la experiencia bajo el mando de un Arrigo Sacchi que, algo más que el resto, marcó su carácter como entrenador.

Obviamente, la forma de uno y otro es distinta, pero hemos de contextualizar lo que ha conseguido Ancelotti desde un prisma de aprendizaje continuo. Ese reciclaje permanente es una base innegociable para entender cómo desde el silencio, el italiano está a punto de conseguir algo que nadie ha logrado hasta ahora: ganar las cinco grandes ligas por primera vez.

Porque a Mourinho le falta Alemania, a Pep Italia (a ambos Francia) y a Ancelotti ninguna. Un jugador que tuvo en el PSG dijo off the récord cuando Florentino apostó por él en la primera etapa, que «con Ancelotti el Madrid va a ganar la Champions League». Y así fue. Cuando Ancelotti volvió este verano al Madrid, el mismo jugador confesó a ESPN que «viene para ganar La Liga y ojo…», dejando entrever que no renunciaba a nada. El futbolista en cuestión, por cierto, se podría ganar la vida como adivino. O eso, o conoce tan bien de lo que es capaz Ancelotti que sabe hasta dónde puede llegar el italiano.

No todo es de color de rosa en la trayectoria del italiano porque, como es obvio, ha habido momentos complicados. En el Real Madrid, sin ir más lejos, fue criticado en su primera etapa por ser blando, amigo de los jugadores y no trabajar lo suficiente. Por eso sorprendió a muchos que se apostara por una segunda época al frente del banquillo blanco. Quizá con ese remordimiento y con esa asignatura pendiente, el italiano ha querido demostrar lo que no le dejaron hacer en su día. Y ojo porque, llegados a este punto, hay que recordar que ganó la décima Champions League blanca y su sustituto, Rafa Benítez, apenas duró cinco meses como entrenador madridista.

Con el Milan ganó una Copa de Italia, una Liga y una Supercopa. Con el Chelsea, una Community Shield, una FA Cup y una Premier League. Con el Bayern de Munich consiguió dos Supercopas y una Bundesliga. Y con el PSG ganó la liga. Su palmarés en los campeonatos nacionales es una barbaridad que se completa, además, con un palmarés internacional al que pocos pueden aspirar: tres Champions League (dos con el Milan y una con el Madrid), tres Supercopas de Europa con el mismo bagaje de equipos y dos Mundiales de Clubes con ambas entidades. Son datos incontestables.

Puede que Carletto no pase a la historia como el Brasil del 70, el Milan de Sacchi o el Barça de Guardiola, pero su forma práctica, diplomacia, mano izquierda y talante es algo que admiran todos. Además, como en su día crecieron jugadores como Zidane, Shevchenko, Drogba, Vinicius y Benzema bajo su paraguas es algo que nadie olvida. Un entrenador que adapta su método a los jugadores que tiene, les hace crecer y, sobre todo ganar, es alguien que se merece un reconocimiento del mundo del fútbol en general.

Carlo Ancelotti no tendrá la imagen que otros buscan: quizá le guste más la oscuridad del segundo plano a los focos y, seguramente, prefiera irse a pescar a Canadá en vez de buscar portadas para mantenerse en el candelero mediático. Ancelotti es feliz mientras tenga un banquillo cerca y lo es más aún si sus jugadores sonríen y crecen gracias a ese trabajo invisible. El italiano se ha merecido el aplauso único de los suyos y el tributo de todos porque nadie ha conseguido lo que él ya posee: ganar la cinco grandes ligas por primera vez en la historia.