Redacción – Manchester es escenario de fiesta en Inglaterra, ambientado con la música que aún llega de fondo de Goodison Park. El City celebra su condición de líder después del doloroso empate del Liverpool en la cancha de su vecino. Dinamitó el Everton la Premier y el campeón inglés gobierna sin la etiqueta provisional que le acompañó durante semanas, con los mismos compromisos disputados que el cuadro de Klopp, que a nueve fechas para la conclusión reconoce el vértigo a las alturas.
Se asomó tanto el Liverpool que acabó por entrarle el temblor de piernas, obsesionado como está por levantar una Premier que se le resiste desde su fundación. No se ha escondido desde Anfield que la prioridad pasa por reinar en Inglaterra antes que en Europa, asignatura pendiente de Klopp, a quien también se le debe juzgar por la falta de reacción desde que arrancó 2019, sentenciado por unos resultados que dejan a su equipo a merced de la voluntad del City, otra vez al mando.
No acertó el alemán y tampoco despertó Salah, sobrevalorado tras el rendimiento de la temporada anterior. Siempre por encima de las expectativas, al egipcio llegaron a compararle con Cristiano o incluso con Messi. Y llegó a maravillar hasta tal punto que el impacto de la caída ha sido mayor. No se le discuten las cifras pero sí la trascendencia, nula en Goodison Park ante el Everton, acaso negativa si se atiende a un error grosero que negó el triunfo y quien sabe si la gloria al Liverpool.
No soporta la presión el candidato, a remolque de un City mucho más maduro que supo esperar a su momento para recuperar el primer puesto: “No podemos fallar”, aseguró una y otra vez desde la Academy un Guardiola que aguardó sigiloso, consciente de que en la selva de la Premier no se conceden demasiadas oportunidades. Apuntó Klopp tras el choque que “no perderemos la calma”, aunque el Liverpool juega en el alambre, sin red de salvación y con una presión extrema.
Se felicitan en Manchester por ello, no solo en el Etihad sino también en Old Trafford. Y es que, a pesar de que el United asume que la Premier será para uno de sus grandes rivales, prefiere que sea para el City que no para el Liverpool. Hay unanimidad en ese sentido, convencida la hinchada de los diablos rojos de que la liga no puede celebrarse en Anfield. Algo que se presume cada día más complicado, demostrado en Goodison Park que el Liverpool sufre una crisis de altura.