Redacción – El Real Madrid venció por 2-0 al Celta de Vigo en el reestreno de Zinedine Zidane en el banquillo merengue gracias a los tantos de Isco y Gareth Bale en la segunda parte.
Zidane dijo haber seguido de cerca al Real Madrid a lo largo de la campaña; como testigo a la distancia de las derrotas por goleada o la miseria en ataque sin él y sin Cristiano, pero sobre todo sin el ‘7’. Dijo estar al tanto de todo lo que acontecía en torno al equipo y los problemas en la cancha.
Y aunque el madridismo volvió en sí pasada la euforia desatada por su regreso para encontrarse con que Isco y Marcelo siguen fuera de forma, que los goles son una rareza como lo eran con Lopetegui o con Solari y que el VAR no se ha ido a ningún lado, también entendió que Zidane volvió para ‘salvar’ lo que vea rescatable en el plantel como base del Real Madrid de la próxima campaña y ya con eso tienen para darse por satisfechos, pues la misión de «rescate» comenzó con cierto éxito.
El mensaje del francés fue inequívoco. No vino a revolucionar al equipo, si no a restituir en su puesto a los hombres de jerarquía (ganada a pulso en algunos casos) y a partir de ahí, reconstruir lo que se pudiera.
Empezó por llamar a «su portero» a la acción. Keylor gozó de la titularidad en Liga, algo que no ocurría desde principios de enero. Lo pagó con una mano salvadora al minuto 15, en un vuelo espectacular de los que no se veían hace meses, y en dar algo de seguridad y confianza a su atolondrada zaga.
En las atajadas de Keylor en los primeros compases del encuentro, y cerca del final, cuando más costó al Madrid mantener la mínima ventaja, dio argumentos al francés para darle el espaldarazo por encima del ‘caro’ y renombrado Thibaut Courtois.
Isco y Marcelo, condenados al ostracismo por Santiago Solari debido a su «baja forma física» y pobre nivel, fueron de igual manera restituidos en sus puestos y acabaron siendo decisivos.
Celta de Vigo, que debía buscar aunque fuera un punto que ayude a su salvación, fue la explicación más clara posible a su situación cerca del descenso. Hizo muy poco para aprovechar el letargo inicial de los merengues y cuando quisieron volver al juego, se toparon con un equipo que los bombardeaba constantemente.
Empezando por Gareth Bale. El galés no dio la actuación más espectacular que se le recuerde, pero nadie le puede acusar de falta de ganas. O influencia en el juego. Suyas fueron la mayor parte de oportunidades de gol y peleó por cada balón, especialmente en la zona defensiva, pues Odriozola, que también acusó la falta de juego, se veía desbordado por momentos.
Bale pudo adelantar al Real Madrid antes del medio tiempo, pero su disparo rebotó justo delante de la línea de gol después de pegar en el travesaño. El galés tuvo que esperar a que Isco le indicara el camino para conseguir su premio.
El malagueño, que había comenzado provocando carjacadas después de perder dos balones de forma infantil, reivindicó su actuación, justificó sus berrinches por quedarse en la banca, y en cierta medida hasta su temporada, cuando puso el 1-0 pasada la hora de juego. Fue su primer gol en Liga desde septiembre y lo festejó por todo lo alto.
Antes, el VAR había anulado un tanto a Luka Modric, que se había lucido con un monumental disparo desde fuera, por fuera de lugar de Raphael Varane.
La grada enfureció y más el equipo merengue, que no veía ya cómo abrir la lata después de una decena de intentos.
Afortunadamente para los blancos aparecieron los más inesperados de todos. Primero Isco, y 15 minutos después, Marcelo, que con tras una inmensa jugada al contraataque por izquierda puso un servicio perfecto al centro del área para Gareth Bale, que hizo lo propio para batir a Rubén Blanco en un mano a mano y poner el 2-0 definitivo.