El Sánchez-Pizjuán vivió un duelo grande, digno de dos equipos de Champions. Ni rastro de la crisis liguera que sufre el Sevilla, agigantado de la mano de Sergio Ramos. Se sobrepuso a un gran arranque del líder y se puso por delante con un centro lateral que volvió a castigar a David Alaba. Al rescate del Madrid acudió Dani Carvajal, heredero del gen madridista. Hasta el final. Emergió en una falta para colocar la cabeza y el empate que premió a ambos, en medio del desconcierto sembrado por De Burgos, otra vez desafortunado con el Madrid de por medio.
Y es que el colegiado regaló otra escena para el vídeo de Real Madrid TV antes del minuto diez. Decidió que una caída de Ocampos ante Rüdiger no era falta, pero sí un golpe tan alarmante y grave como para detener el juego en pleno contragolpe del Madrid, con la jugada lanzada. No se enteraron ni los sevillistas ni los madridistas, que siguieron la acción hasta que Rodrygo dejó de tacón para que marcase Bellingham. El inglés celebró brazos en cruz antes de girar la vista, perplejo. La ley de la desventaja. Ocurrió cinco minutos después del gol anulado a Valverde por fuera de juego de Bellingham. El inglés se anticipó a Nyland en una salida horrorosa, y el VAR destapó la flagrante ilegalidad, según las líneas por más de medio metro. Pues vale.
El arranque del Madrid fue magnífico, a todo trapo, con Tchouaméni y Kroos en sala de máquinas, la dupla brasileña en ataque, Vinicius y Rodrygo, y Bellingham flotando entre todos ellos. Les favoreció un Sevilla muy estirado, de líneas separadas, que se sintió vulnerable en la presentación de Diego Alonso. El uruguayo cambió pronto de banda a Ocampos y Lukebakio, y fue con la amenaza del argentino en izquierda desde donde empezó a crecer el equipo hispalense. Rebañó un balón a Carvajal y decretó una contra que remató Rakitic cruzado, superando a Kepa. Carva tuvo el mérito de recomponerse y salvar el gol bajo palos. El propio Ocampos regaló medio gol a Sow con una dejada de tacón, pero el suizo envió junto al poste, fuera.
Con el partido desatado, volvió De Burgos a escena para interpretar como saque de puerta un gol salvado bajo palos por Sergio Ramos, en una de esas faltas cerradas y venenosas de Kroos. El colegiado vasco, que antes había dejado correr una mano de Ocampos, siguió de cerca una escapada de Vinicius ante Jesús Navas, que cargó con todo al brasileño. Levante, levante, dijo el colegiado que le expulsó en Mestalla, la última vez que se cruzaron. El primer acto se cerró con una parada estupenda de Nyland tras volea de Vinicius, y un remate de Ocampos de cabeza que se marchó fuera por poco.
Por fortuna, el árbitro perdió protagonismo en el arranque de la segunda mitad. Equilibrado y abierto, el duelo podía romperse por cualquier lado. Por el de Rodrygo, por ejemplo, que no está en su prime. Es evidente. Recibió un pase templado de Valverde que controló con elegancia en el área. Remató desde cerca, al cuerpo de Nyland. Lo salvó poco después con una vaselina, tras recibir un gran pase de Vinicius, pero metió el efecto contrario y facilitó la tarea de Ramos, crecido.
Desaprovechó el Madrid su momento y el Sevilla sacó provecho del suyo. Aumentó la presión para recuperar la bola en campo contrario y abrir a banda para servir balones al área. Entró Suso por derecha en lugar de Lukebakio, apagado, pero los centros que hicieron daño fueron de Acuña y de Navas. Como en el Metropolitano, sufrió Alaba en cada pelota llovida, y en una que no llegó Ocampos el austriaco empujó sobre su portería.