Redacción – Jürgen Klopp dirigirá su octava final el próximo sábado cuando Liverpool y Tottenham se enfrenten por el título de Champions League en el Metropolitano de Madrid.

Será un momento definitorio en su carrera como entrenador: el que lo dejará cobrarse una deuda pendiente levantado, por fin, un trofeo o sumirse en el mar de superstición.

En Liverpool, mitad en broma y mitad en serio, se habla de una “maldición” después de tres finales perdidas en los últimos tres años, Europa League y Capital One Cup en 2016, y Champions League en 2018. Pero Klopp no entiende de superstición o mala suerte, ya que también perdió una final de Champions con el Dortmund en 2013, ante el Bayern Munich.

“Yo sé lo que todos dicen sobre las finales (perdidas), pero esta será la cuarta (final con el Liverpool) y eso, en sí, ya es bastante especial”, dijo el entrenador alemán tras la sorpresiva victoria por 4-0 sobre el Barcelona.

Y sin embargo, sabe que el resultado, como en ningún otro momento, dejará marcado su legado en el Liverpool. Para bien o para mal. Por segundo año consecutivo, el alemán se encuentra ante la posibilidad de conquistar su primer título de Champions League luego de la decepcionante derrota por 1-3 ante el Real Madrid en la última edición.

La de Kiev ha sido la sexta final consecutiva que acabó en derrota para el alemán, que solo ha logrado proclamarse campeón a un partido en una ocasión, cuando Borussia Dortmund levantó la Copa de Alemania en 2012 tras vencer por 5-2 al Bayern Munich.

Sus pobres resultados en finales obscurecen una carrera, que por lo demás, resulta brillante.

“Obviamente (aspira a) ganar la Champions League, pero mi mayor logro como entrenador ha sido el ascenso a la Bundesliga con el Mainz en 2004”, dijo recientemente. Klopp inició su aventura en los banquillos en 2001 al frente del modesto equipo de la Segunda División en el que había jugado toda su carrera. Tres años después, conseguiría llevarlo hasta la Bundesliga por primera vez en su historia. Y a pesar de contar con el menor presupuesto de Alemania, lo mantuvo en la máxima categoría durante tres temporadas, hasta su descenso en 2007, llegando a disputar una Copa de la UEFA.

Tras dejar el cargo en 2008, tomó las riendas del Borussia Dortmund, donde permanecería durante siete años. También en el BVB dejó huella tras conquistar dos títulos de la Bundesliga (2010 y 2012) y llegar hasta la final de la Champions League (2013), en la que perdió ante el Bayern Munich.

Lo hizo a su manera, confiando en un equipo joven al que dio forma imprimiendo un estilo hoy reconocible como propio del alemán: un juego energético, agresivo, con alta presión y velocidad a la contra aprovechando al máximo sus recursos.

Del mismo modo ha sacado provecho del talento en bruto en el Liverpool que hoy busca su primer título europeo en 14 años.

Klopp desembarcó en Anfield en 2015 para tomar las riendas de un equipo perdido en la media tabla y que llevaba casi una década sin festejar un solo título. Ha tomado gran parte de las cuatro temporadas en que se ha mantenido al frente, pero Liverpool es hoy una de las escuadras más temibles en Europa pesar de su juventud – 26 años de edad promedio.

Liverpool cerró la campaña 2018-19 con 97 puntos luego de 30 victorias, siete empates y solo una derrota. Una mejoría de más de 20 puntos con respecto a la campaña anterior, cuando terminaron en cuarto puesto. En cualquier otro momento habría bastado para coronarse como campeón. No esta vez. Se quedó a un punto del campeón Manchester City.

De nuevo, la sombra de la “mala fortuna” se postró sobre el alemán y tan pronto como terminó la campaña en Inglaterra surgieron las especulaciones sobre su posible marcha. Pero Klopp no se da por vencido.

“Soy feliz en Liverpool y mi misión aquí no ha concluido”, declaró recientemente. Su contrato expira en 2022, pero en Liverpool no descartan que pueda llegar pronto a un acuerdo para una extensión. Independientemente de lo que la suerte le depare para la final.