En el Barcelona existe preocupación extrema, fueron goleados ante el PSG y este un duro golpe para el argentino Lionel Messi pone en duda su continuidad en el club azulgrana.
Si un milagro, que parece imposible, no lo impide, el 10 de marzo el Barça caerá eliminado en el Parque de los Príncipes y diciendo adiós a la Champions por primera vez en octavos de final desde 2007 Messi habrá jugado su último partido continental con la camiseta azulgrana.
Desde que en agosto de 2020 se abriera la caja de los truenos con el remite de un burofax a las oficinas del club solicitando su marcha, el futuro del capitán ha sido, y es, motivo de debate, de estudio y de controversia. En su última aparición pública aseguró que hasta fin de curso no tomaría una decisión y ello ha provocado que el barcelonismo se pregunte en voz alta día tras día, semana tras semana, cuáles son sus intenciones.
Dependiendo de sus gestos, de sus sonrisas, de lo que se ha llamado su lenguaje corporal en el terreno de juego, se ha especulado en todos los sentidos y repetido hasta la saciedad que ni los supuestos cortejos del PSG, Manchester City o la MLS han hecho mella en lo que vaya a decidir. Si es que aún no lo ha hecho.
Pero el bofetón de realidad que sufrió el Barça este último martes invita a sospechar que su nivel de hartazgo, su nivel de compromiso con el futuro del equipo haya alcanzado un punto de no retorno… Y que alrededor del Camp Nou crezca la sensación de que el final de camino es irreversible.
Por más que en los dos últimos meses los candidatos a la presidencia del club hayan repetido por activa y por pasiva su intención indiscutible de convencerle por continuar, y que el propio Ronald Koeman se haya manifestado abiertamente en el mismo sentido, ligar el comienzo de un nuevo proyecto a la figura de Messi se sospecha, más que nunca, una apuesta de alto riesgo. Imposible de desvelar.
A tres meses y medio de acabar la temporada y con el futuro deportivo inmediato del equipo azulgrana pendiente de un hilo, las especulaciones alrededor de Messi se sospecha que volverán al escenario y que su silencio en poco ayudará a recuperar una paz social en el entorno del Camp Nou.
Y es que las consecuencias del último hundimiento del Barça en Europa pueden ser, incluso, mayores que las de Lisboa.