Redacción – Derrumbado, deprimido, insustancial y durante muchos minutos horroroso, el Barcelona ganó contra todo. Aparcando el toque y buscando la heroica, el campeón remontó un partido imposible en Vallecas frente a un desafortunado Rayo, que pasó de dominado a feliz… Y acabó hundido ante su fatalidad.

Con Piqué de improvisado delantero centro, cuando el reloj empezaba a quemar, resucitó el Barça en plena anarquía. Con un balón colgado de cualquier manera que el central bajó de cabeza para que Dembélé soltase un obus raso que le dio el empate. Y con un centro pasado de Sergi Roberto que Luis Suárez, matador e inasequible al desaliento, remató con el tiempo acabándose.

Dembélé, que durante 35 minutos había redondeado una noche para el olvido, errando en todas sus decisiones, y Sergi Roberto, hundido en la mediocridad desde que Pozo anotó el 1-1 en la primera mitad, acabaron siendo tan decisivos, o casi, como el goleador uruguayo, tan afortunado ante puerta como entregado a la causa. La suerte del campeón. Dicen.

Valverde agitó a su equipo mediada la segunda mitad sacando del escenario a Coutinho y Arthur para buscar profundidad. Olvidó el juego de toque, de posición, de combinación y pausa para entrar en una vorágine anárquica. Eligió el vigor de Arturo Vidal y la profundidad de Munir para intentar darle la vuelta a un partido atropellado. Se entregó sin disimulo al vértigo y acabó sonriendo, por más que las sensaciones no fueran las mejores en una noche que debe hacer recapacitar al entrenador.

Coutinho, el fichaje más caro de la historia del club, pasó de puntillas por Vallecas y nunca, nunca, se puso los galones que se le supondrían ante la necesidad de un partido incómodo, encuadrado junto al de Copa en León entre el Clásico y san Siro, dos encuentros de alta graduación mediática y que dio la sensación de ser más una obligación que una oportunidad.

Brillante en la Champions, solvente en los partidos grandes a pesar de la ausencia de Leo Messi, al Barça se le atragantan los duelos chicos. Valladolid, Girona, Leganés, Athletic… Y Rayo Vallecano. Tuvo que salir al escenario Luis Suárez para rematar balones de todo tipo y rescatar al líder de una noche que apuntaba trágica.

El Barça resucitó entre la anarquía. Alejado de su propia personalidad y entregado a la intensidad sin orden, el campeón salvó los muebles en Vallecas. ¿La lectura? Salió cara… Pero no habría sido descabellado que saliera cruz.