Otra vez Erling Haaland, esta vez con un triplete, empujó al Manchester City hacia la victoria frente al Wolverhampton (3-0) de Julen Lopetegui, el hombre que salió con éxito al rescate de su equipo y que bajó de la nube después de un encuentro en el que sufrió el rodillo del equipo dirigido por Josep Guardiola.
Si nada se tuerce, Haaland pulverizará registros esta temporada. Sus cifras son espectaculares. Con los tres tantos que marcó al Wolves, alcanzó los 25 esta temporada en 19 partidos de la Premier League. Ya ha celebrado más que los máximos goleadores de las cuatro anteriores temporadas (Son Heung-min y Mohamed Salah marcaron 23 en la 2021/22, los mismos que Harry Kane y Jamie Vardy en la 2020/21 y en la 2019/20, respectivamente).
Enfrente tuvo a un rival al que el City dejó absolutamente ko desde el principio. Renacido de sus cenizas tras la llegada de Lopetegui al banquillo, el Wolverhampton, un equipo nuevo a las órdenes del técnico español, se enfrentó a un reto durísimo que en ningún momento pudo superar. Parece que aún no está tan maduro como para examinarse frente a rivales tan potentes. La posibilidad de la sorpresa jamás hay que descartarla, pero el City en ningún momento se prestó a ella.
La exhibición de Haaland no restará ni un ápice de mérito a Lopetegui, que sacó de la UVI al Wolves en tan solo cuatro encuentros. Llegó a cinco puntos de la salvación y tras sumar siete de doce posibles consiguió sacarle del descenso. Ahora, pese a la derrota ante el City, seguirá fuera de las plazas peligrosas.
Enfrente tuvo a Guardiola, que le ganó la partida desde el primer instante. Con más fondo de armario que Lopetegui, Guardiola puede permitirse el lujo de sentar en el banquillo a nombres como Bernardo Silva, Joao Cancelo, Julián Álvarez o Nathan Ake. Ante el Wolves, volvió a colocar en su once a Kevin De Bruyne y usó a Aymeric Laporte de lateral izquierdo. Todo, funcionó sobre ruedas.
El City no tardó en embotellar al Wolves, encerrado en su parcela del terreno de juego desde que el árbitro David Coote pitó el inicio del duelo. Durante toda la primera parte, acumuló un aviso tras otro ante la incapacidad de su rival de generar absolutamente nada.
El central Nathan Collins agigantó su figura para aplazar la tragedia. Durante 40 minutos, fue un muro inexpugnable para el City, que en muchas ocasiones se topó con la fiereza y la calidad del gigantón (1,93) irlandés. Sin embargo, no puedo evitar un carrusel de ocasiones que inició Haaland a los 18 minutos con un disparo que atajó José Sá.
Al aviso de Haaland le siguieron el de Ilkai Gündogan (cabezazo por encima de la portería) y el de Rodri Hernández (chutazo lejano que se marchó fuera por poco) que dieron paso al primer tanto del jugador noruego, que abrió la lata con un cabezazo con el que aprovechó la décima asistencia del curso de De Bruyne.
Lopetegui, decidido a cambiar el giro de los acontecimientos, hizo un triple cambio. En la reanudación, aparecieron Matheus Cunha, Joao Moutinho y Pablo Sarabia, que firmó su debut tras dejar el PSG. Salieron del campo de Hwang Hee-chan, Raúl Jiménez y Adama Traoré, pero nada cambió.
El City continuó pasando el rodillo y en apenas diez minutos Haaland acabó con cualquier intento de remontada del Wolves. Primero, acertó en un penalti cometido por Rúben Neves sobre Gündogan; y, después, aprovechó un error de Sá para firmar otro triplete, el cuarto en partido oficial desde que firmó por el equipo de Guardiola.
Sus dos tantos no bajaron las revoluciones de sus compañeros. Sustituido por Julián Álvarez y ovacionado por la afición del Etihad, sin Haaland los hombres de Guardiola continuaron con el espectáculo. No consiguieron aumentar la renta, pero certificaron una victoria con la que se colocaron a dos puntos del Arsenal (tiene dos partidos menos) gracias a la insaciable voracidad de Haaland.