Redacción – Dos rugidos ante el Mónaco del Tigre Falcao dieron la victoria al Atlético para certificar su pase a la siguiente ronda de la Champions, con una buena primera parte de los rojiblancos y una segunda gris, condicionada por la superioridad local exhibida antes del descanso.
Una victoria dejaba al Atlético en los octavos de final de la Champions sin esperar a conocer el resultado de Dortmund, entre el Borussia y el Brujas, donde un empate ya metía a los colchoneros en la siguiente ronda. Pero el conjunto rojiblanco dependía de sí mismo, y salió decidido a cerrar el pase desde el pitido inicial ante un Mónaco que se presentó en el Metropolitano con más de una decena de bajas y con la juventud por bandera. Además, Henry dejó a Falcao, gran protagonista de la tarde por eso de regresar a casa, en el banquillo.
Al minuto y medio de juego, el Atlético ya iba por delante en el marcador. Un centro de Koke fue desviado por Badiashile para sorprender a Benaglio. Lo que le faltaba al cuadro rojiblanco. Y al Mónaco, superado por su situación, por el ambiente y por el rival.
Como decimos, la puesta en escena de los colchoneros había sido excelente. Con Thomas y Rodrigo en el doble pivote, con Koke y Lemar por las bandas pero cayendo al centro para que subiesen los laterales, y con Correa y Griezmann moviéndose por todo el frente de ataque, la primera parte fue un monólogo local. Además, en pleno debate del estilo (más externo que interno) tras el empate ante el Barça, el Atlético demostró que puede y sabe jugar a otra cosa. Diferente es que elija cómo y cuándo, también en función del rival que tenga enfrente.
El Atlético entraba por banda, por el centro, combinaba rápido y al primer toque… Griezmann se divertía. Se notaba desde el pitido inicial. La poca exigencia del Mónaco y la actitud rojiblanca empujaban al francés a ser el que todos quieren. Hizo el segundo el galo, en el minuto 24, tras una sensacional acción individual de Correa, que sentó a Jemerson en el área para servir en bandeja el gol a Griezmann, que controló, miró y la puso con el exterior al otro palo.
Antes, Lemar había rozado el tanto con un buen disparo de falta que repelió el poste. Fueron dos goles en este primer acto, pero daba la impresión de que podían haber sido muchos más si los del Cholo lo hubiesen necesitado. No hacía falta, y a medo gas, el Atlético ganaba y se divertía. Para qué mas.
En el descanso, Koke se quedó en el banquillo y Vitolo entró en su lugar. Diez minutos más tarde, fue Falcao el que entró al campo, con el Metropolitano puesto en pie para darle la bienvenida. En esas, el Mónaco ya había dado un paso al frente (o el Atlético había rebajado la intensidad) para comenzar a acercarse a los dominios de Oblak. Grandsir era la esperanza monegasca, con continuas internadas por la banda derecha que hacían sufrir a Filipe. Desborde y velocidad para darle vida al choque, con Simeone algo enfadado desde la banda por lo que veía en el campo. Así lo vería, que metió a Saúl en el campo (antes lo había hecho Kalinic, por Lemar) en lugar de Correa, ya cansado. Quería recuperar el Cholo el control en el centro del campo, perdido tras la marcha de Koke. Y que Saúl, por la izquierda, ayudase a Filipe en defensa.
Griezmann (sacrificado siempre en defensa, no por habitual, hay que dejar de destacarlo) pudo hacer el tercero, con la derecha, pero se lució Benaglio para repeler un balón que iba a la escuadra. El Mónaco tuvo un par de ocasiones, ninguna demasiado peligrosa. Thomas lo intentó con uno de sus misiles. Volvió a responder el capitán del principado. Pasaban los minutos. Y no pasaba nada. Y eso casi era la mejor noticia para unos y otros. El Atlético, porque a pesar de la insistencia de su entrenador, ya no quería. Y el Mónaco, porque no podía e irse sólo con dos goles en contra tal y como llegaba, tampoco era tan malo.
¿Y no iba a haber emoción? Pues sí. Porque Savic, con amarilla, cometió penalti por mano dentro del área. A la calle. Saúl, central. Era el minuto 81 y Falcao cogió el balón para lanzar. Fantasmas en Madrid… que espantó el colombiano, mandando fuera el balón. Hasta Oblak le animó, pero sin querer, el cafetero dio otra alegría a la que fue su afición durante dos temporadas. El esloveno se lució después en una fata de Tielemans. La parada de cada día.
Thomas y Filipe se llevaron su tarjeta. Simeone seguía enfadado por la desconexión rojiblanca tras el descanso. Pero después de que Falcao, incombustible, volviese a rozar el gol, llegó el final del partido,. O lo que es lo mismo, la certificación de que el Atlético vuelve a estar entre los 16 mejores equipos de Europa tras el descalabro del pasado curso ante el Qarabag. Ahora, a luchar por la primera plaza del grupo con el Dortmund.