El partido finalizó 3-1 a favor de los colchoneros
El mediocampista hondureño, Kervin Arriaga juega los 90 minutos en la derrota del Levante ante Atlético de Madrid en partido de la Liga de España.
Saco adelante el Atlético de Madrid un nuevo partido. Le costó más de lo que el marcador reflejó, finalmente, ante un Levante que venía siendo una pesadilla recurrente para los de Simeone en sus últimos duelos. Y le costó por exceso de confianza y por déficit de atención. Arrancó como un ciclón, con tres claras y un gol a favor. Esta línea le habría evitado atascarse como se atascó en buena parte del choque.
Solucionó el Atlético el lance, como suele últimamente, desde el banquillo, con doblete de un Griezmann que está por encima de lo que se esperaba de él con el actual rol que desempeña. El choque dejó una llamada de socorro, como sucedió hace unos días en Champions, en las jugadas defensivas a balón parado, donde el Atlético es un drama. Es un inusual drama, si nos preguntan, porque normalmente era una de las fortalezas del equipo en pasadas temporadas. Algo a corregir urgentemente.
El Atlético tiene un problema serio en este tipo de acciones. El equipo rojiblanco ha recibido seis goles de cabeza en lo que va de curso y siete en jugadas a balón parado o de estrategia. De un total de 19.
Pero solucionar este tipo de cuestiones, siempre es más cómodo con el casillero lleno de puntos. El Atlético se marcha al parón visiblemente mejor de lo que volvió del anterior.
Cambió pocas cosas Simeone, respecto al once que hace unos días había sacado adelante, no sin mucho esfuerzo. El duelo de Liga de Campeones ante el Union Saint-Gilloise fue complicado. Ahora, se medía a un Levante que se había llevado la victoria en sus dos anteriores visitas al Metropolitano.
Arrancó el equipo colchonero con un buen ritmo, moviendo mucho el balón y con varios acercamientos interesantes. Un pase en largo de Hancko, que ya ha demostrado en esta temporada que es una de sus virtudes, encontró un desmarque de Pablo Barrios, a la espalda de la defensa. El de Moratalaz bajaba el balón como si de un delantero clásico se tratase. El canternao disparaba rápido, quizás más de lo que la acción requería, lo que permitía a Ryan sacarse una parada notable. De esas que se consideran capitales para evitar el gol.
Rondaba el Atlético el primero de la tarde. Acto seguido, un saque de esquina que Baena prolongaba de espuela, se pasaba a un metro de la portería de Ryan. Ni Giuliano ni Sorloth lo cazaron.
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ATLÉTICO MUY SUPERIOR
No fue entonces pero sí cuatro minutos después, el equipo colchonero se adelantaba. Una vez más, gracias a un Barrios que estaba en todos lados. Giuliano le veía en su llegada por la derecha, en el área, y su centro-chut golpeaba en Dela para que el balón se colase en la portería. Once minutos, tres ocasiones claras, un gol. Un arranque notable.
Un arranque en el que el Atlético se vio tan superior, que bajó el pistón. Fue un error imperdonable. Tanto fue así que el Levante empataba a los 20 minutos, de nuevo a través del gran problema del equipo colchonero en esta temporada. La desatención en los balones parados. Saque de esquina ejecutado en el que Manu Sánchez, completamente libre de marca, cabeceaba, picado, con los pies en el suelo, para poner el 1-1. Se suele decir que no hay peor cuña que la de la misma madera, como se vio en el caso del canterano rojiblanco, ahora jugador del Levante.
Los colchoneros tenían que volver a recuperar la marcha que habían metido al inicio del choque. Giuliano cabeceaba un centro desde la izquierda, que iba a la base del poste de un Ryan que volvía hacer un paradón. También Baena se inventaba una media vuelta en el área, a las manos del australiano. Y Barrios ensayaba desde la frontal.
El Atlético era consciente de que tenía que meterle más velocidad al partido, más intensidad. El escenario que había dibujado a partir del gol inicial permitía que el Levante se sintiera moderadamente cómodo.
Arrancaba el segundo acto con un disparo de Baena, desde el pico del área, que se iba alto. Pero la sensación era la de que el equipo colchonero estaba espeso. Simeone movía el banquillo. Dentro Griezmann y dentro Almada. Y antes de que los nuevos se hubiesen asentado, el Atlético descifraba la clave. Pase profundo a un desmarque exquisito de Llorente, que ponía el balón al área pequeña donde Griezmann sólo tenía que empujar. Era el primer balón que tocaba en el partido, nada más salir, el francés.
A partir de ahí, el equipo rojiblanco se soltaba. Se quitaba de encima el atenzamiento que tenía cuando no lograba desatacar el choque y acumulaba varias seguidas. Un cabezazo de Griezmann, un disparo de Julián, otro de Giuliano…
Sin embargo, el Atlético le había mostrado al Levante que era de carne y hueso. Con esta vulnerabilidad, los de Calero no tenían mucho que perder en esta recta final del choque. Ahí es donde el Atlético, para variar, sufriría. ¿Adivinan cómo? Efectivamente, a balón parado. Cabezazo de Koyalipou al que Oblak tenía que responder con el milagro de turno. Del 2-2, al 3-1 en la siguiente acción. Un balón recuperado por Griezmann tras una mala entrega del cuadro valenciano, para un disparo de Julián Álvarez que se le quedaba muerto a los pies al francés. Tras la parada de Ryan, Antoine se lanzó al suelo y lo envió a la red.
No sería el punto final, porque cada jugada a balón parado era un pequeño drama para el Atlético. En un final en el que hubo un par que metieron el miedo en el cuerpo de la grada. Especialmente el gol anotado por Carlos Álvarez que era anulado tras la revisión del VAR.
Kervin Arriaga juega los 90 minutos en la derrota del Levante ante Atlético de Madrid.
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